31 Dic, 2017 | La otra base para mantener la autonomía en la tercera edad, es tener una mente sana. Existe la idea de que al envejecer terminaremos seniles, dementes. Esta idea persigue a quienes, con más o menos 50 años, comienzan a notar que ya no aprenden con la misma facilidad y que la memoria empieza a fallar. Generalmente son fallos benignos, son parte del proceso de envejecimiento, dado que cuando el cerebro envejece las funciones como memoria reciente y velocidad para procesar la información cambian, siendo algo normal y esperado. Entonces notamos que aprendemos a un ritmo distinto al de nuestra juventud, pero seguimos siendo capaces de aprender y recordar lo aprendido.

Los cambios que se presentan desde el punto de vista anatómico, son la disminución de neuronas y neurotransmisores. Pese a ellos, conocemos a alguien muy lúcido a los 80 o 90 años. ¿Por qué estas personas no parecen afectadas? Pues, porque se han adaptado a los cambios de su cerebro, superando las fallas del envejecimiento.

Ahora la ciencia estudia esa capacidad de adaptación en conceptos como reserva cerebral o también llamada reserva cognitiva.

Por el momento sabemos que mantenerse aprendiendo y realizar ejercicios físicos (siempre que se mantengan como retos a superar) son la mejor manera de desarrollar la reserva cognitiva asociada a una mejor adaptación de nuestro cerebro al proceso de envejecimiento.

Aprender mantiene al cerebro realizando nuevas conexiones neuronales y el ejercicio aporta mejor oxigenación al llevar mayor cantidad de sangre. Nos leemos en ocho días. Que la Virgen les mantenga bajo su manto protector.