18 Dic, 2017 | Queridos amigos, esta semana celebraremos la Navidad y les propongo a todos hacer un alto para vivirla y disfrutarla en familia. Muchas veces nuestras labores del día a día nos desvían de lo que verdaderamente es importante y estas fechas nos dan la oportunidad de compartir con quienes amamos, de llenarnos de fuerza y recargarnos con las mejores energías para arrancar un nuevo año en positivo.

La familia es un pilar fundamental para el sano desarrollo de nuestros hijos y de la sociedad y tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance por reforzar los valores y principios que sirven de base para tener un país y un mundo mejor. Enseñemos en el seno de nuestros hogares la importancia del respeto, la humildad, la responsabilidad, la honestidad, la tolerancia, la disciplina, la solidaridad y el trabajo, de esa forma no fallaremos. Los más pequeños necesitan cariño, atención, tiempo y dedicación para convertirse en hombres y mujeres de bien. No les fallemos.

Aprovechemos estas navidades también para reflexionar. Estamos saliendo de un año difícil y lo mejor que podemos hacer es asumir nuestras fallas, corregirlas y prepararnos para un exitoso 2018 trabajando unidos, con el diálogo y la paz como bandera siempre. Hagamos que cada uno de nuestros actos valga y construyamos la patria fuerte que todos estamos anhelando.

Quiero compartir con ustedes algunos de los pensamientos del Papa Francisco sobre la época decembrina con la esperanza de que llenen nuestros corazones y verdaderamente comencemos a predicar con el ejemplo.

En su homilía del año pasado, el Pontífice nos decía que la Navidad es luz, un amor renovado que vence siempre, un camino más allá de lo emotivo y de los regalos. “No se trata solo de algo emotivo, sentimental; nos conmueve porque dice la realidad de lo que somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor -y también dentro de nosotros- hay tinieblas y luces”.

Nos pidió contemplar la sencillez de un niño recién nacido, su dulzura y ternura porque allí está Dios. Nos llamó a “dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará”. Nos convocó a tenderle la mano a quienes más lo necesitan y no hay mejor momento para hacerlo que este que estamos viviendo.

No dejemos que las tinieblas nos opaquen, demos todo para que las luces guíen nuestro camino. No hay lugar para el miedo. Podemos lograrlo. Reciban un gran abrazo en mi nombre y el de mi amada familia y que tengan todos una feliz Navidad.