20 Oct, 2017 | Si un grueso número de naciones, parlamentos, organizaciones y personalidades de todos los sectores del planeta muestran coincidencia en cuanto a señalar que fueron fraudulentos los comicios del domingo 15 en Venezuela, es porque en sus manos tienen los pelos grises del burro gris. De lo contrario, y costaría creerlo, se arriesgan a ser tildados de injerencistas, mentirosos e irresponsables. Y ese riesgo no quieren ni pueden correrlo, por lo que sus afirmaciones mueven, necesaria y urgentemente, a la indispensable reflexión de que cuando algo huele mal es porque está podrido o, mejor dicho, cuando el río suena, y duro, es porque piedras trae.

Y debe ser así porque, a ojos vista, las irregularidades y vicios, todos delitos, que rodearon el proceso en su inmensa mayoría pudieron ser difundidos por los medios; otros denunciados por partidos políticos y votantes y el resto presuntamente se habrían cometido puertas adentro pues, se sabe, ya el sistema no es uno "smartmaticzado" sino otro por cierto "jessichaconeado". Son muchos testimonios precisando actas con resultados distintos a los que, por ejemplo, a la hora de la totalización recibieron cada uno de los integrantes de la mesa. Además de la vulgaridad que fue la utilización de todos los bienes del Estado puestos a disposición exclusiva del partido oficialista. Incluyendo el miserable canje de una bolsa del CLAP por un voto obligado.

La opinión pública está haciendo peso para que el asunto se aclare cuanto antes, porque resulta insoportable que la nación venezolana siga siendo objeto de pretensiones totalitarias, para apoderarse del poder e imponer una sola ideología por la vía de la trampa. El presidente ha dicho a pulmón batiente que autoriza una auditoria. La oposición igual. Pero una general, que incluya dejar bien claras cuáles serán las nuevas reglas electorales para los venideros comicios de concejales, alcaldes, legisladores y presidente. Con un CNE arropado solo por la tricolor. Al actual lo que le falta es colocar la insignia del chavismo en el balcón del edificio comicial.