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Extorsión bolivariana
No es fácil tomar una decisión en esas circunstancias. Hay quienes privilegian la defensa de principios y valores como criterio de decisión: no se debe ceder ante el chantaje y la arbitrariedad, los principios no se negocian; dicen estos. Y hay quienes defienden al pragmatismo utilitarista: no importa ceder un poco para estar en capacidad de conservar espacios, recomponer fuerzas y avanzar posteriormente hacia los objetivos trascendentes; dicen estos otros.
Manuel Narváez narvaezchacon@gmail.com

19 Oct, 2017 | Este gobierno innoble, de forajidos, pretende obligar a los gobernadores democráticos recién electos, a una juramentación, no contemplada en ley alguna, ante la espuria e ilegítima Asamblea Nacional Constituyente.

Tal situación coloca a los gobernadores frente a una perturbadora disyuntiva: pasar bajo esta suerte de Horcas Caudinas para asumir las gobernaciones respectivas, pagando el precio de la humillación y disminuidos políticamente; o negarse, asumiendo el riesgo de que se les despoje del mandato que recibieron en la reciente consulta electoral.

No es fácil tomar una decisión en esas circunstancias. Hay quienes privilegian la defensa de principios y valores como criterio de decisión: no se debe ceder ante el chantaje y la arbitrariedad, los principios no se negocian; dicen estos. Y hay quienes defienden al pragmatismo utilitarista: no importa ceder un poco para estar en capacidad de conservar espacios, recomponer fuerzas y avanzar posteriormente hacia los objetivos trascendentes; dicen estos otros.

Enrique IV, el mejor de todos quienes reinaron en Francia, siendo protestante, fue forzado a convertirse al catolicismo para poder acceder al trono. “París bien vale una misa”, fue su comentario al aceptar la infamante exigencia. En nuestra Isla, Arismendi, a pesar de la furiosa oposición de Bermúdez, quien lo tildó de cobarde, aceptó someterse a las condiciones de Morillo en 1815.

Por supuesto, también hay grandes ejemplos de conductas principistas. Gandhi y su Satyagraha. Y otra vez Arismendi, pero ahora intransigente ante la oferta del comandante de Santa Rosa de liberar a Luisa Cáceres a cambio de su rendición: “Sin Patria no quiero esposa”.

Insisto, no la tienen fácil los gobernadores. En todo caso, le ofrezco al gobernador de Nueva Esparta, Alfredo Díaz, mi apoyo incondicional cualquiera que sea la decisión que finalmente asuma.




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