25 Sep, 2017 | Cuando los políticos acuden a las amenazas como salida a su sintonía con la gente, es porque no hay mucho que ganar en la medición del voto a voto. De verdad que no se entiende la posición del vice Tareck El Aissami, cuando en vez de venir a Margarita a ofrecer lo que la revolución le quitó a esta entidad, como el Puerto de Cruceros, el Puerto Libre, el agua, la luz, los alimentos, los ferris, los aviones, la gasolina, la seguridad, las medicinas y la felicidad del pueblo margariteño, solo viene a amenazar al candidato que tiene la sintonía con el pueblo.

Es con votos como se ganan las elecciones y no cerrando el camino a Henry Ramos, Capriles, María Corina y al resto de los líderes de la oposición venezolana que vienen a la Isla a traer esperanzas al pueblo insular. No estamos en una guerra de amenazas sino en un concierto de ofertas electorales para captar a los neoespartanos para que voten por uno u otro candidato. Pero el gobierno en "modo amenazas" y nadie lo saca de lo que más rechaza la gente: las ofensas y la represión. Aquí la idea es separar los contendientes y obligarlos a visitar los pueblos para ofrecer a la gente esperanzas con la verdad o la mentira, pero con el coraje para abrazar viejitos, discapacitados y al ciudadano margariteño ansioso que llegue alguien al poder a poner orden en el desorden de no terminar haciendo nada para beneficiar a la gente.

Pero no entiendo cómo alguien que ha sido cuestionado por los organismos internacionales y sobre quien pesan acusaciones duras sobre terrorismo con grupos islamistas, sea el vocero más calificado usado por el régimen para lanzar acusaciones con un sustantivo mal empleado: "terrorismo". ¿Será que Tareck El Aissami no se ha enterado que los gobiernos de Estados Unidos y Canadá lo acusan ante el mundo de vinculaciones con el terrorismo? Ese episodio es como mencionar la soga en casa del ahorcado, pues si es una constante mundial que vinculan a varios personeros del gobierno con el Hezbolá islamista, ¿cómo es eso que pretendan vincular a Alfredo Díaz, un jugador de fútbol de Conejeros que nunca ha tenido en sus manos ni una escopeta para cazar conejos, ni un chopo de esos de construcción artesanal que fabrican los delincuentes en las barriadas venezolanas, como terrorista?

Ese vocablo le sonó duró a los margariteños y cochenses que solo saben de anzuelos y atarrayas, pero nada de armas ni cañones, pues aquí nadie es guerrillero ni terrorista, sino ciudadanos que por medio del voto popular queremos cambiar la suerte política de una Venezuela que solicita un canal humanitario para que lleguen la medicinas al país y que de una vez se baje la inflación para poder comprar alimentos y nutrir a un pueblo que se está muriendo por falta de medicamentos, de comida y por una dolarización que castra al pobre que con los CLAP no puede vivir por mucho tiempo. Creo que se equivocó el Señor de los anillos.