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¡A comer conejo y morir de malaria!
El resultado: cada día más gente comiendo de la basura o alimentándose de las sobras de restaurantes y hoteles, así como niños y personas mayores muriendo de desnutrición e inanición.
Luis Eduardo Rodríguez rodriguezluiseduardo@gmail.com

21 Sep, 2017 | La verdad sea dicha es que hay que contar con una capacidad de asombro infinita, por decir lo menos, para descifrar las políticas públicas del régimen, si es que eso es posible.

Sin renunciar a aspectos de carácter económicos y políticos -ya de por sí desastrosos-, dedicaremos estas líneas para considerar dos temas que afectan directamente la vida de los ciudadanos. Nos referimos a la salud y la alimentación.

Dos aspectos de sobrevivencia que en cualquier otro país del mundo son de atención responsable, efectiva y prioritaria por parte de sus gobiernos.

Para nadie es un secreto que Venezuela vive una insostenible crisis de alimentación. La cadena alimentaria fue severamente destruida por miopes, equivocadas y populistas medidas, por lo que hoy se hace casi imposible conseguir alimentos producidos en el país. Los estantes de los mercados y abastos con una oferta pobre -cuando llegan- de productos de otros países, de menor calidad y a precios que lo hacen inalcanzable para las mayorías. El resultado: cada día más gente comiendo de la basura o alimentándose de las sobras de restaurantes y hoteles, así como niños y personas mayores muriendo de desnutrición e inanición.

El régimen destructor y mentiroso recurre -como siempre- a endosarle la responsabilidad a otros (el imperio, la guerra económica, la derecha apátrida, bla, bla) y cuando el discurso se les agota, entonces apelan a planes ridículos, inviables y corruptos. Quién no recuerda la ruta de las empanadas, las areperas socialistas, los gallineros verticales o los huertos organopónicos. La última burla al pueblo es vender como solución un tal Plan Conejo que, como las otras iniciativas mencionadas, está destinada desde ya al fracaso. Qué falta de respeto con los ciudadanos.

Por otro lado, la salud se encuentra asímismo en un proceso de deterioro terminal que nos ha llevado a ser declarados por los organismos internacionales como país con crisis humanitaria de salud. Los hospitales sumidos en la barbarie, los equipos deteriorados y sin arreglo, las morgues sin refrigeración despidiendo olores nauseabundos, quirófanos contaminados, los médicos y enfermeras de méritos y experiencia luchando solidariamente por mejoras o desertando a montón ante tanta indolencia.

Han reaparecido con fuerza enfermedades que ya habían sido erradicadas por exitosas políticas de salud desarrolladas y aplicadas antes de la llegada del nefasto régimen como la malaria, la difteria, el mal de Chagas y hasta el sarampión. Un retroceso de al menos 60 años según los especialistas. Los venezolanos se mueren de hambre y el régimen se niega a darle curso a los canales humanitarios de alimentos y medicinas, ofrecidos por otros países, pero a cambio eligen vendernos como solución el Plan Conejo.
Pobre Venezuela.




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