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Europa y Venezuela
Es comprensible que países europeos con fuertes lazos históricos y culturales con Venezuela presten atención a lo que aquí acontece y opinen al respecto. Es más, por esa condición pudieran jugar un papel destacado en la promoción de entendimientos. Una voz crítica y de buena fe siempre debe ser bienvenida.
Leopoldo Puchi

12 Sep, 2017 | Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con el gobierno venezolano. Argumentos hay, de distinto signo. Pero con lo que no se puede estar de acuerdo es con la intervención extranjera. Por eso inquieta la actitud asumida por importantes países de Europa, como el Reino Unido, Francia, Italia y Alemania, que se han involucrado recientemente en la política de nuestro país de forma beligerante.

Es comprensible que países europeos con fuertes lazos históricos y culturales con Venezuela presten atención a lo que aquí acontece y opinen al respecto. Es más, por esa condición pudieran jugar un papel destacado en la promoción de entendimientos. Una voz crítica y de buena fe siempre debe ser bienvenida.

Se pueden considerar convenientes las observaciones oportunas, en el marco del respeto entre Estados, pero al mismo tiempo es de esperarse que se condenen acciones sediciosas y la violencia de calle.

Para cualquier evolución positiva de la situación resulta dañina una suerte de cayapa internacional que apunte a una rendición incondicional de uno u otro factor, sin espacio para la negociación. Por eso, en lugar de incorporarse a una Santa Alianza, ha debido Europa apostar al diálogo y actuar en la mediación. El error cometido cerrará puertas en lugar de abrirlas. Es de una ceguera absoluta darle un tratamiento a Venezuela como el que se le dio a Siria o a Ucrania.

Son perjudiciales las presiones indebidas, las sanciones y las medidas de embargo o bloqueo económico realizadas al margen de las leyes internacionales y sin autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Los sistemas políticos, de cualquier tipo, no se imponen desde el exterior contra la soberanía de los países. Y mucho menos con operaciones militares.

No se comprende por qué estos países, que en las oportunidades en que se habían pronunciado sobre la situación venezolana lo habían hecho para favorecer la búsqueda de soluciones negociadas, ahora asumen una posición que les dificulta actuar como parte de una solución. Incluso, hace poco el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, se manifestó a favor de una mediación que tuviera como meta contribuir a que se restaurase el diálogo y la estabilidad.

Se ha producido un cambio brusco en esa posición de parte del propio Macron, lo que quizás pudiera obedecer a una solicitud del gobierno estadounidense, pues este hecho ha tenido lugar luego de las medidas financieras tomadas contra Venezuela y del anuncio de una probable intervención militar. No es de descartar que de manera simultánea a la gira de Mike Pence por Latinoamérica se realizaran reuniones de alto nivel con gobiernos de países pertenecientes a la OTAN para solicitar respaldo a las iniciativas tomadas por Washington.

Sin embargo, por su tradición, intereses particulares y complejidad de sus fuerzas internas, se esperaba de esos países de Europa una actitud al menos prudente en relación a Latinoamérica. Ahora parecen empujar ellos también a Venezuela hacia la inmolación.




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