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El hombre que se reía de los huracanes De súbito el hombre escuchaba atronadores rugidos que profería todo el vecindario encolerizado, recordándole el nombre, e incluso el supuesto oficio, el más antiguo del mundo, de las progenitoras de mandatarios, gobernantes, gerentes, ingenieros o modestos funcionarios de la empresa eléctrica. Walter Castro Salerno | walterjosecastro@yahoo.es
9 Sep, 2017 | Aquel hombre, sujeto, como cualquiera, por necesidad natural al poderoso imperio de la energía eléctrica, se hallaba igualmente sometido y sufría en consecuencia terriblemente, como casi todos en la comarca, los continuos y prolongados cortes en el suministro del servicio. Estos eran tanto más crueles que se registraban intempestivamente, a cualquier hora del día, la tarde y en la noche o a la madrugada. De súbito el hombre escuchaba atronadores rugidos que profería todo el vecindario encolerizado, recordándole el nombre, e incluso el supuesto oficio, el más antiguo del mundo, de las progenitoras de mandatarios, gobernantes, gerentes, ingenieros o modestos funcionarios de la empresa eléctrica. Cierta vez, una pobre madre impotente y atormentada por el llanto incontenible del bebé, abrasado por el calor, lo había lanzado al mar. En otra, un viejo, arruinado completamente por la pérdida de equipos de aire, refrigeración y ventilación, busco una soga y estuvo a punto de ir a la horca por mano propia, sino hubiese sido atajado por los compadres y vecinos. El hombre andaba casi siempre desaseado, irascible, con un humor de perros, ya que a la carencia frecuente de luz eléctrica le fallaba el agua. Las colas eran interminables desde tempranas horas de la madrugada a fin de conseguir un pedazo de pan, un medicamento para un familiar enfermo, algunos escasos y costosísimos víveres. Malandros y delincuentes de toda clase y cualquier pelaje pululaban en el barrio pillando y robando, violando y asesinando. Cuando al hombre le dijeron que unos huracanes estaban asolando las islas del Caribe, con saldo de muertos, cortes de luz y de agua, hambrunas, saqueos, y destrucciones, se echó escandalosamente a reír.
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