Porlamar
25 de abril de 2024





EL TIEMPO EN MARGARITA 28°C






Cecilita
Ahora, Cecilita, tus azules y crepusculares manos asientan siglos y más siglos de belleza y cantío. El cantío de un pueblo que se llama Paraguachoa –La Margarita- que nos consuela y ama entrañablemente, desde que La Virgen del Valle, ella, es Ella. El amor. Existencias. Rutas y rumbos. Sembradíos. Faena de abordo y de ranchería. Plenilunios…!
Perucho Aguirre

17 Ago, 2017 | Ahora, en la alfarera estancia de las Cantoras Chicharras, Cecilita, otra margariteña de excepción. Una insular de manos orfebres y benditas. Privilegio. No tienes ni la más leve comparación. Ahora, Cecilita, tus azules y crepusculares manos asientan siglos y más siglos de belleza y cantío. El cantío de un pueblo que se llama Paraguachoa –La Margarita- que nos consuela y ama entrañablemente, desde que La Virgen del Valle, ella, es Ella. El amor. Existencias. Rutas y rumbos. Sembradíos. Faena de abordo y de ranchería. Plenilunios…! Vela de a cuartillo en un rincón, con su lucecita que jamás se nos apaga! Hoy sobre tu frente luces, estrenas una diadema de perlas legítimas, única. Con resplandor de anafe margariteño, volcándonos su cornucopia de profunda pesquería en los mapires de nácar de La Vecindad y Tacarigua. Única en el mirar de quien ahoga la lágrima de una sonrisa que anegó la triste cara de hoy en nuestra Sirena porlamarina y se nos sembró con su palabra útil pidiendo que por La Virgen del Valle la bajen de ahí…

Qué no dirían el muchacho Santiago Mariño, Capitán a los 22 años; mangos, nísperos y dátiles ¡El famoso Bar La Gloria, donde se fundieron tantas parejas! Ahora eres una gota de rocío con olor a café recién colado y a potoquita de ron en lo de Lencho Negro, ahí, frente al Grupo Escolar Estado Zulia donde ejerciste tu profesión de Maestra inolvidable. Hoy hueles a Salina de Coche. Y, hoy una empanada de cazón besa tus mejillas y te bendice como si tú, si, Cecilita, fueras hija de ella. Pero, no, tu eres hija de la famosa señora Belén Sánchez –tu abnegada madre- quien, puso en tus envidiadas manos tan delicada y virtuosísima misión ¡La de vestir a La Virgen del Valle! Hoy oleajes y arrecifes te cantan Polos, Jolas, Gaitas, Malagueñas y, Puntos de Sonrisas porque, los de Llanto quedaron en las Escuelas del Pueblo.

Tus manos, hoy, apreciable maestra Cecilita nos remiendan los recuerdos y las certidumbres. Querencias. Nostalgias y hasta los Boleros con los que nos enamorábamos y que tan maravillosamente cantaba José Mercedes Carreño con la Orquesta Selección Río Caribe. Incomparable mandado el tuyo, precioso, Cecilita, tan bello y crepuscular que pareciera un vitral vespertino de la Margariteñidad… Que no dirán los viejos caballitos, ya cansados con sus históricos chirridos, ya infantiles, por el tiempo que les paralizó las aceiteras… ¿Compartir esa intimidad? Y, por favor, dinos, Cecilita, como es su sufrimiento, su callado llanto y su escondida lágrima. Porque es que los margariteños sabemos que ella sufre tanto como nosotros por lo que ocurre con La Margarita. ¡Esa punzada de no morir!...Perucho!

¿Azul?














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