15 Ago, 2017 | La actuación del Tribunal Supremo de Justicia, concretamente la Sala Constitucional, tan ilegítima como nunca, en relación con los alcaldes de la oposición, es francamente violatoria de la voluntad popular.

Tal organismo se ha dado a la tarea de destituir, ordenar prisión y persecución e inhabilitación a los alcaldes de la oposición del Área Metropolitana de Caracas, Chacao, El Hatillo, Barquisimeto, Cabudare, San Cristóbal, Mérida, Ejido, Guasdualito, Maturín y Lechería. Además, mantiene amenazas contra los alcaldes de Maracaibo, Valencia, Barinas, Valera, Porlamar y La Asunción. Son decisiones de una justicia partidista que le hace el trabajo sucio al gobierno. Lo que no obtienen con los votos, lo pretenden obtener con esas sentencias.

Los valores y principios de la democracia han sido vulnerados por estos actos reñidos con una sana, eficiente e imparcial administración de justicia.

La historia se encargará de colocar las cosas en su sitio más temprano que tarde.
Ahora que el gobierno impuso su parapeto constituyente, violando la normativa constitucional, pretende apoderarse de las gobernaciones burlando la voluntad de los electores. Ante la decisión de la oposición de inscribir candidatos, aprueban una carta de buena conducta que debe presentarse ante el mamotreto constituyente. Tal iniciativa constituye una vulgar provocación que pretende hacer saltar los resortes morales del mundo opositor para humillarlos y someterlos a sus ilegales condiciones. Harán todo cuanto sea posible para apoderarse de las gobernaciones, menos medirse en elecciones democráticas, claras y transparentes a lo que le tienen terror, porque perdieron el favor del pueblo venezolano.

La suerte del país depende de sus ciudadanos. El gobierno, en franca minoría, está empeñado en perpetuarse en el poder, como sea. Se trata de una minoría que ha arruinado a Venezuela y que hoy recibe el rechazo de más de 50 países donde aparecen los más importantes de América Latina y la Unión Europea. Un gobierno contra la mayoría de los venezolanos y contra el mundo democrático.

Para los demócratas, la salida es constitucional, pacífica y electoral. No será fácil, es verdad. Habrá que sortear muchas trampas y obstáculos. Esta lucha ha costado muchas vidas, muchos presos, perseguidos, acosados y humillados ante la salvaje represión militar y policial, único sostén del régimen. En esa lucha debemos persistir, perseverar y triunfar. Son nuestros derechos y ningún gobierno, por represivo y antidemocrático que sea, podrá contra el deseo de cambio de la inmensa mayoría de los venezolanos.