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Últimos ajustes del escenario político
Insistimos también en la necesidad de las negociaciones, sobre todo porque consideramos que no hay fuerza para derrotar las intenciones del Gobierno y éste tampoco puede aniquilar a la Mesa.
Luis Fuenmayor Toro

3 Ago, 2017 | Mi opinión, desde hace varias semanas, ha sido que la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) se va a elegir y se va a instalar, pese a todo el esfuerzo de la población para que no ocurriera. Luego de las amenazas de EUA era muy improbable que se suspendiera o pospusiera, pues hubiera significado prácticamente una rendición incondicional ante el imperio. Sin embargo, hasta el último momento insistimos en proponer la suspensión de la ANC como contrapartida a una renuncia de la MUD de su exigencia de “vete ya Maduro”.

El peligro de una guerra civil nos hizo presentar un último chance de parar el terror actual, que ya ha convertido los muertos en simples números y estadísticas, una característica típica de toda escalada de violencia política. Insistimos también en la necesidad de las negociaciones, sobre todo porque consideramos que no hay fuerza para derrotar las intenciones del Gobierno y éste tampoco puede aniquilar a la Mesa.

Los sucesos nos están dando la razón. Al leer este artículo, la ANC o habrá sido electa, lo que sellará el fracaso de quienes diseñaron como muy probable su derrota con las movilizaciones de calle. El Gobierno habrá ganado un nuevo espacio en su política, aunque se las haya visto en apuros ante la disidencia interna, la carencia de apoyo popular y el rechazo nacional e internacional. Sólo el apoyo de la cúpula militar y la gran suma de recursos que tiene lo han salvado de la debacle. Pero ha debido recular y desviarse de sus directrices, y sigue perdiendo apoyo popular.

Además, ha tenido que negociar con la MUD y hacer concesiones, cuestión que significa: primero, que es posible negociar, contrario a quienes dicen que es imposible hacerlo con malandros delincuentes; segundo, que solo reconoce una oposición, la de la MUD, que le moviliza la calle, y tercero, que es capaz de diferir objetivos y de controlar a sus radicales, si es que de verdad existen y no se trata de una trágica comedia.

Jorge Rodríguez acaba de declarar que nadie ha dicho que la ANC va a disolver alguno de los poderes, que eso es un absurdo. Debe ser que para su salud mental no oye a Diosdado ni a Mario Silva; hace bien. Pero esa declaración significa que existe un acuerdo con la MUD, producto de una negociación tan especial que, sin llegar a darse,
produce acuerdos. Y no sería nada extraño que la MUD exija la no disolución de la Asamblea Nacional: primero, por ser el Primer Poder del Estado Venezolano; segundo, por haber sido electa por una clara mayoría hace año y medio, y tercero, porque si la disuelven se queda absolutamente sin nada.

Debo entender entonces que los dos puntos principales de la negociación, que nunca se hizo pero dio resultados, fueron la instalación de la ANC sin sabotaje por parte de la MUD y la permanencia de la Asamblea Nacional.

Otro punto ha debido ser continuar las negociaciones una vez instalada la ANC, lo que concuerda con afirmaciones de algunos líderes de la MUD de que el país no se acababa el 30 de julio. El Gobierno gana, pero no todo.




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