25 Jun, 2017 | “Los pajaritos preñados siempre han servido para ilustrar el caso de aquellas personas que aun cuando viven y padecen una realidad, se empeñan en negarla empecinados absurdamente en creer las palabras de quienes a lo largo del tiempo no han hecho más que mentir”.

El tío Caballo Rojo habla en tono reflexivo, por lo que espero las explicaciones de esta lenguarada que soltó luego de echarme la bendición. “Es gente que parecen haber sido víctimas de un encantamiento y el ejemplo que se me viene a la mente es el de la mujer a la que su marido cotidianamente le cae a palos, pero, ella, primero por amor y después por miedo, se niega a abandonarlo y, mucho menos, a denunciarlo ante la autoridad, en su convencimiento de que el maldito la ama inmensamente hasta la muerte, de lo cual viene la idea de que hay amores que matan”.

Refiere Caballo que, de la misma manera, todavía hay venezolanos que están seguros que lo mejor que le ha podido pasar a este país, es la llegada y permanencia en el poder del actual régimen, lo cual hay que preservar sin importar que se pase hambre y necesidad porque la revolución traerá la felicidad a la población.

“Oyendo ese calamar llevamos 18 años y no hay maneras que veamos progreso por ningún lado. Todo lo que escuchamos son excusas: que si el imperio, que si la derecha fascista, que si la guerra económica, que si somos machos y nos enfrentaremos en el terreno que sea a los invasores, y bla bla bla. Es que el grado de encantamiento es tal que hay gente que va a la bodega a comprar cualquier vainita y si la plata no le alcanza, la culpa es del bodeguero que está especulando, de los escuálidos que prefieren quebrar sus empresas por odio a los venezolanos”.

Comenta que ese embrujo no sólo afecta a grupos de ciudadanos de a pie, por suerte cada vez más pequeños, sino que intelectuales, pequeños y medianos empresarios que están a punto de cerrar sus negocios, se resisten a comprender, pese a que tienen el conocimiento real de lo que pasa en el país y lo que significa eternizar en el poder a un régimen autoritario y corrupto como el del Embustero, que la existencia de sus empresas, su estabilidad económica están condenadas a muerte.

“Lo veo por donde me meto, sobrino, lo siento cuando escucho el llanto generalizado, los comentarios acerca de lo mal que van los negocios y lo caro que se ha puesto la comida. Pero como la mujer maltratada, está gente está convencida que los rojillos y su jefe sí la ama y la adora. Frente a esta circunstancia, sobrino, a uno lo que le queda por decir es que estamos a tiempo de cambiar esta situación. Después no lloren”.