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Agustín Quijada: Una décima que viaja en el viento Un ayer de escasez. De humildad. Es tu origen. Así vives. Es lo que el destino te deparó. No hay un ápice de resentimiento. Allí radica, poeta, tu grandeza. Tarcisio Rodríguez
28 May, 2017 | Tu casa se vistió de poesía en ese trajín cotidiano de las labores domésticas, cuando tu padre, Albino Quijada, poeta, sembró versos en cada rincón de tu hogar, para darle solemnidad a la décima. Por eso, la poesía se hizo compañera inseparable en todos los quehaceres de tu vida. Es el aire que respiras. Hablas en décimas. Llevas en tus entrañas la belleza de ese arte poético. Un ayer de escasez. De humildad. Es tu origen. Así vives. Es lo que el destino te deparó. No hay un ápice de resentimiento. Allí radica, poeta, tu grandeza. El canto de galerón en los Velorios de Cruz de Mayo, te abrió las puertas de par en par para desvestir tu arte. Lo perfeccionaste y, además, formaste parte de ese grupo selecto de galeronistas de Nueva Esparta y el oriente del país. ¡Cuánta añoranza por ese escenario natural que alimentaba pasiones hasta el amanecer! ¡Qué tiempos aquellos! Conocido en el canto de galerón como «El Ruiseñor de Antolín». Todavía se escucha en la brisa fría de la madrugada, cuando el animador, el sempiterno Pedro Bellorín Caraballo, anunciaba tu intervención: «Yyy con ustedes, Agustín Quijada, ‘‘El Ruiseñor de Antolín’’». Y tú expresabas: «Ruiseñor es Ruiseñor y lo demás es puro cuento». Y aquella multitud gritaba y aplaudía con euforia inusitada tu participación. A nuestros galeronistas se lo llevó el silencio en escenarios de ausencias. La décima viaja en botes de sombras, en la proa del recuerdo, hacia mares de nostalgias; y la poesía se desvanece entre versos de sal por los caminos del olvido. Tú, «Ruiseñor de Antolín», cultor de décimas, compositor y galeronista, sigues cantando al viento las décimas de tu alma, para calmar tu nostalgia y mitigar el recuerdo.
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