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Declive periodístico
A las fallas en la formación de los comunicadores –al igual que en otras carreras- como consecuencia del empeño del gobierno por decir que estamos superando los niveles profesionales, sumando cantidad y bajando calidad, se agrega el adoctrinamiento radical y sin sentido crítico, sino inspirado, en adulaciones al régimen.
Mélido Estaba Rojas | melidoestaba@gmail.com

25 May, 2017 | Es demasiado optimista esperar que frente al descalabro general en el que vive Venezuela, la misión periodística saliera ilesa. Y tenía que ser así, bajo los abusos de un régimen orientado por caprichos hegemónicos, capaces de torcer los mandatos constitucionales a la medida de la cúpula cívico-militar que se amarra con desespero al poder, desconociendo el clamor de la mayoría que le sacó el cartel de la ilegitimidad desde hace rato. El pudor del buen periodismo –debemos reconocerlo- está sostenido en la gallardía, honestidad y patriotismo de aquellos profesionales que entienden su misión como una de las columnas esenciales de la democracia, para que este oficio venza chantajes y presiones de la corrupción que campea y florece con la revolución.

A las fallas en la formación de los comunicadores –al igual que en otras carreras- como consecuencia del empeño del gobierno por decir que estamos superando los niveles profesionales, sumando cantidad y bajando calidad, se agrega el adoctrinamiento radical y sin sentido crítico, sino inspirado, en adulaciones al régimen. Es triste ver algunos entrevistadores que en lugar de preguntar, solo afirman y sueltan el ovillo para que el interpelado lo desamarre a su antojo y siga el camino de la propaganda política.

Lamentable comprobar que periódicos que fueron verdaderas escuelas del periodismo, aparezcan hoy parcializados por el desequilibrio en sus contenidos, alejados de su compromiso popular y de la realidad social. Pero lo altamente doloroso es que algunos de nuestros profesores universitarios, brillen hoy como jefes de medios impresos y audiovisuales, con prácticas que son contrarias a las que nos inculcaron en sus cátedras, entregados a la trampa comunicacional amparados bajo algún prestigio, manipulando descaradamente la información.

El ejercicio periodístico se está prestando para que cualquier allegado al régimen, monte un parapeto y diga o escriba barbaridades, siempre y cuando se inspire en el finado eterno y las bondades revolucionarias que nos llevan por este camino de éxitos.

Las credenciales sobran, sólo se requiere estar del lado apropiado para desinformar y bombardear impunemente al público con mensajes sin contenido real. Da lástima ver a esos muchachos comentando las atosigantes cadenas del estadista, entrampados en las expresiones rayadas para malponer a los opositores y destacar cualidades dictatoriales. Los fablistanes están de moda.




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