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¿Travesti o trasvesti?*
Hoy, pareciera que la gente se interesara más en estudiar una lengua extranjera, antes de detenerse a reflexionar sobre la propia, sobre la importancia de tener siempre un diccionario a la mano, procurando ahondar cada día en la riqueza del español, al mismo tiempo que, al aprender, alimentamos nuestro vocabulario, nuestra cultura.
Dalal El Laden / ladendalal@hotmail.com / Facebook: Correctora de Estilo Isla de Margarita

20 May, 2017 | Me disculpará el amable lector -quien, quizás, recuerda la sección "¿Cómo se dice?... ¿Cómo se escribe?", que, en este medio, por algunos años, mensualmente apareció como parte de la columna "Letras desde Colima"- por volver a tratar el tema del lenguaje; créame que lo hago porque cada vez me preocupa más el futuro tan endeble de nuestro idioma. Ayer, en la noche, justo a las siete y ocho minutos, prendí la radio; a los pocos segundos, escuché que la locutora dijo “trasvestis”, en lugar de "travestis", pero, eso sí, en breve mencionó “twitter”, en perfecto inglés; no, no me fue indiferente, ni intenté relajarme; realmente me molesté.

"Trasvesti" no existe; lo correcto es "travesti" o "travestí", que, según el "Diccionario de la Real Academia Española", es la “persona que, por inclinación natural o como parte de un espectáculo, se viste con ropas del sexo contrario”. En la Wikipedia aparece que el travestismo o transvestismo “puede implicar un deseo transexual del individuo que desea que se le reconozca como una persona del género opuesto en la que su identidad de género es discordante a su género biológico. El travestismo puede presentarse en personas de diferentes orientaciones sexuales y por diversos motivos como la infiltración, las representaciones dramáticas, el entretenimiento, el transformismo, la adaptación social y como fetichismo (...) La principal diferencia entre el transvestismo y la transexualidad es que en el primero, la discordancia existe entre el género y los roles sociales asignados a cada género (...), mientras que en la transexualidad, existe una discordancia entre la identidad de género propia y el género biológico”.

Al hablar, cierto, por las prisas, porque nuestra mente no siempre está del todo concentrada, o por cualquier otra razón, se nos disculpan -gracias a Dios- ciertos errores, pero si, en este caso de la radio -que, se supone, la locutora tenía el material (que alguien preparó) a la mano, para así poder leer las noticias-, dicen "trasvestis", ¿qué podemos esperar de lo que escuchamos en el mercado, en la tienda, en casa de los vecinos? Hoy, pareciera que la gente se interesara más en estudiar una lengua extranjera, antes de detenerse a reflexionar sobre la propia, sobre la importancia de tener siempre un diccionario a la mano, procurando ahondar cada día en la riqueza del español, al mismo tiempo que, al aprender, alimentamos nuestro vocabulario, nuestra cultura.
En cuanto a la escritura -que también se supone que al llevar, al papel o a la pantalla, lo que tenemos en mente, contamos con tiempo para releer, al menos rápidamente, lo que plasmamos, procurando detectar y corregir las posibles fallas-, los errores abundan. Para adentrarnos en este tema, y detallar muchos de los problemas gramaticales, me permito recomendar ampliamente el libro "El estilo del periodista", de Álex Grijelmo, el mismo autor de "Defensa apasionada del idioma español", y "El genio del idioma", igualmente dignos de tenerlos en nuestra biblioteca.

Para Miguel León-Portilla, “cada lengua es un tesoro”. Pasa el tiempo, mi pregunta no cambia, pero sí el tono -cada vez más alarmante- con el que la pronuncio: mañana, ¿qué clase de español hablaremos, escribiremos y leeremos? Pensando en las palabras de León-Portilla: ¿nos resignaremos -colaborando con nuestra apatía- a seguir perdiendo nuestro tesoro, o trabajaremos -empezando ahora, que aún estamos a tiempo- por conservarlo?

Aprovecho la oportunidad para quedar a sus órdenes para corregir todo tipo de texto (cartas, tesis, trabajos literarios) en español, y para impartir el curso "¿Cómo escribir correctamente?", en el que, entre otros puntos, atenderemos detalles como, por ejemplo, la apropiada grafía de “súper”, cuando nos referimos a los establecimientos comerciales llamados supermercados, o a “Dicho de la gasolina: De octanaje superior al considerado normal”; y de “superinteresante” (y no “súper interesante”, con acento en súper, y separado en dos palabras), al afirmar que algo es de gran interés. El fin de este taller es que juntos pulamos nuestras habilidades lingüísticas. Para mayor información, no dude en escribir a la dirección electrónica que aparece en este espacio.


*Texto escrito y publicado en mayo de 2012.




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