19 May, 2017 | “Apartando los problemas orgánicos o genéticos, la agresividad se produce por la combinación de los siguientes factores: una deficiente o nula socialización, un manejo inadecuado del perro en su etapa inicial y por la ignorancia de la familia humana respecto al perro y su comportamiento, quienes con sus acciones u omisiones, la mayoría de las veces sin saberlo, potencian la agresividad a niveles extremos”.

En casi cualquier parte donde existen perros, encontramos de todas las características de agresividad que puedan aparecer, desde gruñir, ladrar y hasta lanzarse encima a la persona si estás cerca de una miembro de la manada, con el cual él se sienta en conexión y por celos no permite que se acerquen a él.

El nivel de agresividad las personas lo llegan a medir según el tamaño del perro, algo que está fuera de realidad, ya que el perro puede ser pequeño, mediano o grande; lo que va a diferenciar su nivel es la actitud. Conseguimos fuera de tamaño "mini toys", pero por ser un perro pequeño las personas no le toman importancia, ya que el daño que éste produciría si llegara a morder fuera menor que la mordedura de un perro grande.

En los perros grandes, la agresividad es más notoria, debido a su gran tamaño, por lo que las personas se sienten más intimidadas.

En el caso de la agresividad por sobreprotección, ésta aparece debido a que la familia de forma consiente o inconsciente permite que el perro asuma el rol de líder de la manada. Conscientes ya que sabiendo lo incómodo que es para una persona llegar a un lugar y conseguirse con un perro así, a sus dueños les parece simpático este tipo de actitud, sobre todo en los perros miniaturas.

Para poder buscar la transformación de este tipo de liderazgo que asume el perro y por ende se tornó agresivo, debemos hacer varios cambios. Uno es el de control de comida. Este es uno de los principios básicos del proceso de jerarquización, que en columnas anteriores les comentaba. Otra puede ser la técnica de premios, premios y más premios. Hacer entender al perro que su buen comportamiento le traerá beneficios, es algo para el importante; si no se porta bien, tendrá su respectiva multa.

Así pues no seamos cómplice de apadrinar una actitud agresiva, sin importar el tamaño del perro o por más gracioso que se vea, debemos actuar con cautela siendo líderes asertivos y corregir en el momento adecuado para tener perros equilibrados y bien portados.