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28 de marzo de 2024





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Reverendo Jones
Presionado por crecientes denuncias en su contra, emigró a Guyana y allí fundó un asentamiento, Jonestown, bajo régimen comunal autocrático. Pero, al quedar en evidencia que las promesas de redención no se cumplirían y que El Templo del Pueblo no era más que la estafa de un hábil megalómano, la feligresía ya no quiso seguir; entonces, se produjo la tragedia.
Manuel Narváez narvaezchacon@gmail.com

18 May, 2017 | Aristóbulo Istúriz, otrora jovial y afectuoso, ya no sonríe: gruñe y calza ferozmente un rictus malhumorado. Me entristece verlo convertido en uno de los más implacables “luceros” del “carro” con el que Maduro, “pran” de Venezuela, atropella y pretende someternos.

Comparar al gobierno de Maduro con el pranato que gobierna en el mundo carcelario, no es un despropósito. La violencia, la arbitrariedad, la corrupción, la impudicia, son características comunes de ambas maneras de ser y de hacer.

Pero hay otra comparación que puede ser más ilustrativa para expresar las negras aprensiones que me produce la criminal obsesión de Maduro por aferrarse al poder. El 18 de noviembre de 1978, en la vecina Guyana, se produjo el suicidio colectivo de cerca de un millar de personas, pertenecientes a una secta religiosa conocida como El Templo del Pueblo. Esa secta fue creada en Estados Unidos por el reverendo Jim Jones quien, difundiendo la utopía comunista, manipulando ilusiones y temores, y recurriendo
a la violencia cuando lo consideró necesario, logró reunir a un importante número de seguidores.

Presionado por crecientes denuncias en su contra, emigró a Guyana y allí fundó un asentamiento, Jonestown, bajo régimen comunal autocrático. Pero, al quedar en evidencia que las promesas de redención no se cumplirían y que El Templo del Pueblo no era más que la estafa de un hábil megalómano, la feligresía ya no quiso seguir; entonces, se produjo la tragedia.

El chavismo comenzó siendo un proyecto político con mucho arrastre, luego se convirtió en religión, con Dios Supremo y Sumo Sacerdote; al presente no es más que una secta de fanáticos incapaces de leer la realidad y reconocer el mal que han causado. Me preocupa que el Bigote que Baila se sienta tentado por la solución final del reverendo Jones.




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