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Venezuela: complejidad caótica
En este momento, Venezuela es sacudida por un movimiento que si bien no es telúrico, es tan o más caótico que un terremoto. Miles de venezolanos por todo el país marchando con una dignidad ejemplar, a prueba de gas y balas.
Arianna Martínez Fico arianna.mf@gmail.com

28 Abr, 2017 | Desde hace un tiempo vivo en Chile yhe aprendido, entre otras, a convivir con temblores y terremotos. Cuando llegan se mueve –literalmente- el piso. No hay manera de saber cuándo ocurrirán, cuánto durarán, cuán fuerte pueden llegar a ser ni sus consecuencias. Por más simulacros, nunca estás preparado y ninguno es igual a otro.

En este momento, Venezuela es sacudida por un movimiento que si bien no es telúrico, es tan o más caótico que un terremoto. Miles de venezolanos por todo el país marchando con una dignidad ejemplar, a prueba de gas y balas. Una sociedad que llegó “al llegadero” y ha declarado basta de: atropello, opresión, malversación y saqueo del país, doble moral, asesinato, migajas de mendigo, vulgaridad.

Hace unas semanas escribí sobre la importancia de mirar el sistema que es Venezuela. Hoy, a la luz de los acontecimientos, quiero ir un poco más allá e invitarnos ver al país ya no solo como sistema sino como uno complejo y en pleno caos.

Yo creo que la situación -o evolución- de Venezuela tiene elementos comunes de los sistemas complejos:

Auto organizados. Reaccionan ante agresiones externas que pretendan modificarlos estructuralmente. Venezuela pareciera reaccionar a una tiranía que aspira controlarla, acabar con sus valores y con su estructura libre y democrática.

Adaptativos. Aunque responden a cualquier amenaza a su estabilidad como sistema, llega un momento que se adaptan y cuando se les trata de mover, hacen esfuerzos para volver a la situación acomodada. Yo creo que en el país algunos se acomodaron y están dispuestos a lo que sea por no apartarse de allí. Por otra parte, hay quienes sienten que o reaccionan o se acaba el país. Basta con mirar las protestas y la represión excesiva.

El todo es mayor que la suma de las partes. La información contenida en el sistema es mayor que la suma de la información de cada parte. Lo que está pasando dentro y fuera de Venezuela no es el resultado de lo que uno hizo más lo que otro dijo y lo que marcharon aquellos. La salida de la tiranía –cuando sea que toque- será el resultado sinérgico de muchos esfuerzos, vidas y voluntades.

Falta de linealidad. La enorme complejidad de estos sistemas no permite predecir lógica e invariablemente su comportamiento. Yo estoy segura que nadie hace unos meses -ni el gobierno ni la oposición desde sus cuartos de guerra- podían predecir lo que está pasando ni anticipar con meridiana claridad el desenlace.

Fuera de equilibrio. Un sistema no puede mantenerse sin recibir un aporte constante de energía. A los venezolanos se les agota la energía: comida, medicinas, seguridad personal y jurídica, democracia, libertad.

Abiertos y disipativos. Dado que la energía y la materia fluyen a través de ellos, estos sistemas son generadores de orden para lo que necesitan el aporte energético. Ahora bien, si no lo reciben entran en caos. El caos en Venezuela es innegable y generalizado.

Al igual que los terremotos, el caos asusta. No sabemos cuánto durará ni lo que vendrá. Es complejo. Las soluciones a veces no son sencillas. ¡Es difícil gestionar la incertidumbre!

Estoy segura que de este caos surgirá un nuevo país, uno diferente, al que seguramente los viejos trajes no le acomodarán. Es posible que, añorando lo bien que nos lucían, tengamos la tentación de remendar y ajustar esos vestidos bonitos y brillantes del pasado. En medio del desorden y confusión propios del caos, están emergiendo nuevas comprensiones, reglas, liderazgos. Venezuela es un sistema vivo y la vida siempre busca sus cauces. No hay bombas, discursos ni decretos capaces de detener el surgimiento de la Venezuela implicada y la aparición espontánea de su nuevo orden.

“Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad”. Enrique Tierno Galván.




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