27 Abr, 2017 | Magneto encabeza la lista de los más temibles supervillanos y le siguen en orden hasta el puesto cinco, El Guasón, Doctor Doom, Lex Luthor y Galactus. Sin embargo, el envilecimiento de ciertos personajes que protagonizan la historia de destrucción a la que ha estado sometido nuestro país en este arranque del siglo XXI, hace plausible que ese ranking pueda variar pronto.

Tenemos serios aspirantes. Tomemos por ejemplo al Capitán Trucutrú, espécimen excepcional de la nueva raza de homínidos que invadió a Venezuela. Lo distingue el mazo implacable que blande con ferocidad y sus chillidos primitivos, obscenos, cuartelarios. A decir del jedi malévolo que lo entrenó, tiene ojos bonitos, a través ellos destila la hiel venenosa del odio con la que fulmina a quien se atraviese en su camino.

También está el Doctor Rábula, obeso quelonio que repta barriga en tierra con estilo académico, cuchillo en los dientes. Su arma principal no es el cuchillo (es de utilería) sino su capacidad infinita para la indecencia en la manipulación de los códigos sagrados inscritos en las tablas de la Ley.

Pero quien últimamente está acumulando mayores méritos para destronar a Magneto, es Ángel Caído. Al principio este personaje era un hermoso efebo que tocaba la lira y componía poesía. Pero una sobreexposición a la kryptonita cubana lo transformó: sus músculos se hincharon (tuvo suerte, no se puso verde) y su rostro adquirió una apariencia andrógina.

Internamente también hubo cambios, antes su poesía celebraba y defendía los derechos humanos; ahora, miserable apóstata, es el fiero cancerbero de quien los viola.

Afortunadamente para Venezuela, como en todo buen cómic, luego de las derrotas iniciales, la liga de los superhéroes se está recomponiendo y logrará la victoria final sobre el mal.