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¿Qué es una dictadura? Para muchos todavía existe confusión -y es comprensible que así sea- en torno a la conceptualización de las dictaduras ya que se presentan bajo diferentes formas: la autoritaria y la totalitaria-fascista. Luis Eduardo Rodríguez | rodriguezluiseduardo@gmail.com
20 Abr, 2017 | Dictadura (del latín dictatura) es una forma de gobierno en la cual el poder se concentra en torno a un solo individuo o partido político por medio de la consolidación de un gobierno de facto y, en los últimos tiempos, también de manera más sutil, a través de procesos electorales amañados y plenos de opacidad que quizás puedan mostrar sensación de legitimación de origen, mas no de desempeño, y que se caracteriza por una ausencia total de autonomía de los poderes, una propensión ilimitada a utilizar y ejercitar arbitrariamente el mando en beneficio de la minoría que lo apoya, de su visión única y personal de los asuntos del Estado e impidiendo con las triquiñuelas y artificios de rigor que la oposición llegue al poder y, en caso de que lo haga, entonces, neutralizarla, cercarla en sus funciones y desconocer su legitimidad. Para muchos todavía existe confusión -y es comprensible que así sea- en torno a la conceptualización de las dictaduras ya que se presentan bajo diferentes formas: la autoritaria y la totalitaria-fascista. Estas, sin embargo, se pueden interrelacionar entre sí o, por el contrario, aplicar cualquiera de los modelos en un largo periodo de gobierno y hasta inclusive mutarse de acuerdo a las circunstancias de una coyuntura muy particular o específica. Son perfectamente camaleónicas, pues. Mayormente se caracterizan por carecer de una ideología coherente, llegando incluso a inventarse soportes ideológicos propios. Igualmente se ensalza al líder con un bombardeo propagandístico cansón y aborrecible, trata a quienes piensan distinto no de adversarios sino de enemigos, no practica el diálogo sino la imposición y tampoco busca el agrado y consentimiento de las masas sino más bien su sometimiento. Por último, sus metas están lejos de realizar cambios para bien de la sociedad (ese argumento solo lo usan como barniz y trampa cazabobos) sino únicamente de imponer su poder sobre la misma. El líder se rodea de una reducida camarilla de secuaces y cómplices, crea un partido único, clientelar y violento, y acusa de traición o desviación para aplicar castigos a quienes osen tener ideas propias o simplemente disientan de su palabra u obra, puesto que él es quien todo lo sabe, todo lo piensa, todo lo dice y todo lo decide. Se justifican políticamente mediante una estrategia que abarca todas las esferas de la actuación humana, sea ésta económica, familiar, cultural o religiosa, y usan un marco legal hecho a su medida y a bandas armadas para amedrentar y atemorizar a la disidencia. Una de las más perversas dictaduras es la constitucional porque se basa en una farsa democrática, en donde –solo en apariencia– se respeta la constitución y el marco legal. La verdad es que el poder se concentra de manera absoluta en las manos de un pequeño grupo que controla a su antojo a todos los poderes (judicial, legislativo, electoral, etcétera). Esta modalidad se basa en el fraude constitucional; por engañosa y manipuladora, es una de las más monstruosas y aberrantes formas de dictadura.
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