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Una gestión más sin proyecto editorial
Entresaco de mi vieja libreta algunas frases de aquellos momentos: “Tiempo y espacio: ¡Despelótense!”, “Cuando tengo el spray en mi mano me siento poeta. Tiemblo al pensar que una regla de cálculo lo pueda desplazar”, “Si un solo niño tiene hambre, la Constitución no sirve”, “Tanta belleza posible se pierde en la mujer policía”.
Ramón Ordaz

23 Mar, 2017 | A Güicho Gamero, amigo

Para quienes en los años sesenta y setenta asumimos la consigna “Prohibido prohibir”, y entusiastas de corazón salíamos a las calles a combatir la “sociedad carnívora” para conquistar una sociedad mejor cuya puerta de entrada era el socialismo, no pensamos jamás cuál podría haber sido la puerta de salida.

Qué hermoso era creer entonces que otro mundo era posible; que los hombres nuevos dejarían caer sus luminarias sobre la muerta superficie de los excluidos de la tierra. ¡Qué hermoso era creer!, mientras llovían sobre las paredes de nuestras universidades consignas inolvidables.

Entresaco de mi vieja libreta algunas frases de aquellos momentos: “Tiempo y espacio: ¡Despelótense!”, “Cuando tengo el spray en mi mano me siento poeta. Tiemblo al pensar que una regla de cálculo lo pueda desplazar”, “Si un solo niño tiene hambre, la Constitución no sirve”, “Tanta belleza posible se pierde en la mujer policía”.

Pero teníamos otra que era como el luminoso versículo de una nueva biblia: “Bienaventurados los hombres que no siguen las consignas del Partido”. Era esta un verso de uno de los “Salmos” de Ernesto Cardenal, y aquí sí fue donde Cristo pasó y no pagó.

Hoy nuestro poeta de Solentiname, fiel activista del Frente Sandinista de Liberación, excomulgado por la Iglesia, es víctima del sociópata Daniel Ortega y su consorte Rosario Murillo, sucesora dinástica, al igual que los Somoza, del poder. Tanta batalla para cambiar el mundo, trajinar adversidades, para que una cofradía de “empoderados” se apropien de los sueños de un pueblo y barajen las cartas para blindar la sucesión del poder entre una camarilla que, hay que decirlo, no es la más honorable ni la más inteligente para gobernar una nación, llámese Nicaragua o Venezuela. Como saben que ese pueblo se conforma con migajas, con las sobras de la renta petrolera, se exhiben como los salvadores de una colectividad que no vive, sobrevive.

Pero no faltan los acomodados pícaros que le sigan el juego y les lancen bambalinas. Concluye su mandato el general Mata Figueroa y en materia cultural no hay nada digno de reseñar. Como su afición son los negocios, nada más “plateresco” que el turismo, una fórmula patriota para obtener divisas sin producir nada. Vaya socialismo el nuestro. En materia cultural aspirábamos aportarle a Nueva Esparta una línea editorial de rescate de su bibliografía fundamental, con publicaciones acordes a las nuevas tecnologías, con un criterio uniforme y serio, cuya distinción fuera la calidad y donaire de las obras. No fue posible porque se impuso la mediocridad y la torpeza de los brujos de la aldea. Siento pena ajena por la pobre edición de la obra “Comercio vs. Felicidad”, del amigo médico e investigador Luis Rodríguez Gamero, obra que merecía un mejor destino para la comprensión de la cultura insular. Qué triste conformidad: eso es lo que hay.




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