Miguel Cabrera estuvo apagado en este clásico. / Foto: CORTESÍA

18 Mar, 2017 | La clasificación a segunda ronda fue inmerecida, pero al fin y al cabo se avanzó. En esa nueva llave, Estados Unidos y Dominicana derrotaron a Venezuela y lo dejaron respirando artificialmente, con la pequeña esperanza que siempre tenemos los venezolanos de que un milagro ocurra, es válido; pero en el beisbol, como en la vida, no siempre las cosas se dan gracias a la esperanza. El rival sale a ganar, pregúntenle a los boricuas.

La jornada del viernes en Petco Park en San Diego se celebraba el choque entre Estados Unidos y Puerto Rico. "Los Rubios", apodados así por el colorido amarillo de sus barbas y cabello teñido como cábala, vencieron a la nación americana con pizarra de 6-2 y se metieron en las semifinales del Clásico Mundial de Beisbol, valga decir: invictos.

Más allá del emocionante partido y de la agresividad mostrada por el equipo de Borinquen, el resultado trajo una sentencia para Venezuela: la eliminación del máximo evento del beisbol internacional que se realiza cada cuatro años. El sabor que deja quedar fuera va estrechamente ligado con la crisis del país, la sensación es que todo sale mal, Venezuela no vive sus mejores tiempos sin dudas, y hasta el deporte lo sabe.

Ningún sentido tiene comenzar los achaques de culpa. Todos vimos los juegos y sabemos quién hizo bien o mal. Sabemos que Rondón no trajo nada en el juego contra EEUU, que Odor falló a los códigos y al país haciendo swing en 3-0, que Vizquel titubeó en el manejo de su bullpen -a pesar que eso era lo que había-, que Carlos Guillén y la FVB encendieron la polémica, hasta los medios metieron el dedo en la llaga, y si de incluirnos se trata, entonces decimos: metimos el dedo en la llaga. Todos somos responsables.

Resulta que llegamos al Clásico con el mejor lineup en la corta historia de Venezuela en el Clásico: triple coronados, líderes bate, todos estrellas, bates de plata, etc., pero no se pudo batear. Aunque el pitcheo sea el rey del juego, si no bateas no ganas. La carita de Miguel Cabrera en la imágen nos lo dice todo.

El picheo falló terriblemente sobre todo en primera ronda; luego enderezó, es cierto; pero el bateo se apagó por entero, la ansiedad se hizo presente y los resultados hablaron por sí solos. ¿Hay que conformarse con esa actuación o esperar el Clásico Mundial de 2021 y ver si el nuevo líder es Kevin Maitán?