Aun cuando la “economía informal” o “buhonería”, como comúnmente se le llama, es válida opción para obtener ingresos, no tiene estabilidad en el tiempo. De allí que un emprendedor debe revisarse, consolidar sus iniciativas y crecer para marcar la diferencia. / Foto: ARCHIVO

21 Feb, 2017 | Vista Margarita “como faro de luz del emprendimiento” para el resto del país, también desde las entrañas insulares deben surgir proyectos que fortalezcan esta iniciativa, la consoliden y hagan sostenible en el tiempo de modo que no se convierta en simple buhonerismo, opina Mauricio Parilli, quien desde hace seis años aporta formación en esta área.

“La Isla lleva la batuta con respecto al emprendimiento, e igual por dar impulso a la gastronomía. Demostramos las cosas positivas que se hacen aquí, pero no basta quedarse a mirar lo bueno, sino trabajar por cambios estructurales”, afirma y reconoce los esfuerzos “para hacernos visibles, pero de fondo tenemos que dar pasos más fuertes, de modo que el emprendedor se convierta en empresario; no en buhonero”.

“Si bien mucho se ha hecho desde la ciudadanía, y de algunas alcaldías, observo que no hay en el país política real, ni una ley de apoyo al emprendedor”.

Ancla margariteña

Parilli, quien este miércoles cumple 44 años, llegó a la Isla a instancias de una amiga, Arianna Martínez, cuando gestaba la creación de la Universidad Corporativa Sigo, a la cual se unió por varios años y reconoce que es una especie de “caja mágica” para el aprendizaje. Luego, cumplido ese ciclo, continúa por cuenta propia un trabajo social.

Admira la insularidad y la apertura de su gente. “El margariteño no ha sido egoísta, sino un buen receptor de la gente que migra y del turista”.

Analiza al nativo como aquél que sabe sobrevivir con lo que hay, y más bien las propias limitaciones le han hecho ser creativo, siendo la Isla puntera en muchos aspectos, donde no se estigmatiza el fracaso.

Hasta de los errores y de la adversidad se aprende y sale adelante y no falta la solidaridad. A lo anterior suma la fe en la Virgen del Valle. “Y fe es fortalecimiento en la esperanza. Para mí es un factor que la diferencia del resto del país. Todo el mundo se conoce y respeta”.

Parilli confiesa que esa estadía en Margarita ha contribuido a su “sanación” personal y es toda un “ancla”. “Venía de un mundo muy orientado ‘al hacer y al tener’; a trabajar, acumular y hacer cosas, incluso dando mucha importancia al éxito material, y acá lo que he encontrado es gente humilde y abierta, así como más oportunidades de trabajar al ser, conocerme a mí mismo y de volver a sorprenderme con las cosas más sencillas, porque a veces uno pierde esa capacidad de deleitarse con lo más simple y el servir al otro”.

Frente al desánimo

Mauricio Parilli es licenciado en Ciencias Políticas, egresado en 1994 de la Universidad “Rafael Urdaneta”, Extensión Valera, con especialización en Cooperación Técnica Internacional, de la Universidad Complutense de Madrid, pero su análisis es sociológico. Desde su perspectiva analiza la actual coyuntura donde a veces reina el desánimo entre la gente, y no se cree en diálogo.

Eso lo atribuye a que éste no ha sido bien concebido, porque surge de actores políticos que se centran en la negociación, basada en la soberbia y la prepotencia, cuando en realidad lo que hace falta es un “diálogo estructurado” y que haya reconocimiento, confianza y respeto mutuos, como bien lo analizaba su recordado amigo, el psiquiatra Roberto de Vries.

“Debería haber mayor espacio amplio y estructurado entre los diferentes actores de la sociedad, donde se generen las conversaciones sobre aquello de lo cual no se habla; de lo que se mantiene en secreto o bajo la manga, y ponerlo sobre el tapete, pero basados en la confianza”.

“Siento que hemos tenido muchas condiciones externas al ser que atentan contra la luz y la posibilidad de felicidad, pero aun así observas a gente muy sólida, apegada a sus principios y valores, con optimismo y deseo de hacer cosas, y eso crea especie de barrera contra el desánimo, precisamente gracias a la esencia y el compromiso de cada individuo de dejar su legado”, explica.

“Sin dudas, hay un nivel de conciencia de que detrás vienen otras generaciones, y posiblemente quienes han salido del país, tienen sus razones, y no puedo convertirme en juez, pero la gente que se está quedando aún apuesta a que exista un futuro mejor. Y todo eso requiere de mayor compromiso y acción. Tomar conciencia de que no hacemos nada solos. Necesariamente tenemos que ir a un diálogo estructurado y de mayorías, no de élites”.