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Mala compañía
El hecho reciente, fresco de un par de días, cuando la dama, esposa de un destacado dirigente de la oposición en Venezuela, al presidente Maduro y su gobierno, se retrata en la Casa Blanca, con el más conspicuo y declarado adversario de los derechos humanos, es gravísimo error político y un contrasentido moral.
Walter Castro Salerno / walterjosecastro @yahoo.es

18 Feb, 2017 | Cada quien tiene derecho, con un familiar preso por razones políticas, a utilizar con pasión, perseverancia, inteligencia e imaginación, los más variados recursos a fin de lograr la liberación. Nos cabe decir, sobre la base de experiencias, que la pesadilla del preso político o del desterrado es doble o quizá triplemente compartida. La padecen quien se halla en tal situación y la familia, los amigos cercanos. Dentro de la gama de opciones para suscitar la solidaridad colectiva, está naturalmente la denuncia de maltratos y el señalamiento de flagrantes violaciones de los derechos humanos. Estos tienen en el estado actual del derecho internacional público preeminente rango y valor universal. Aquí en Venezuela, cuando la insurgencia armada de la izquierda, en la década de los 60´del siglo pasado, hubo infinidad de episodios aberrantes donde se vulneraban, y de qué manera, los derechos más elementales de los presos o simplemente detenidos por los siniestros organismos de la seguridad del Estado/Digepol y DIM, Sifa, Disip/.

En la historia de ese periodo, pululan los casos de los ”desaparecidos” y muertos en verdaderos campos de concentración. Fue convocada y se manifestó la solidaridad internacional, en América Latina, Europa, sobre todo Italia, España, Alemania y Francia, Asia, Vietnam, Laos, China, Japón e India, e incluso los Estados Unidos de América. No solo organizaciones e individualidades ligadas a los partidos comunistas sino figuras independientes. Hasta un gran filósofo, gloria del pensamiento y de las letras francesas, Jean Paul Sartre, llego a rechazar el premio Nobel de Literatura en franco gesto de solidaridad con los avatares y circunstancias de la lucha venezolana. Como fuere, la realidad era expresada en actos de solidaridad por gente que creía en lo que estaba haciendo. Había, una especie de escogencia selectiva, entre las gentes de quienes se recababa la solidaridad. No se la pedía a todo el mundo. No se buscaban malas compañías que desvirtuarían el sentido de la lucha.

El hecho reciente, fresco de un par de días, cuando la dama, esposa de un destacado dirigente de la oposición en Venezuela, al presidente Maduro y su gobierno, se retrata en la Casa Blanca, con el más conspicuo y declarado adversario de los derechos humanos, es gravísimo error político y un contrasentido moral. El presidente Donald Trump, arquitecto del “Muro de la Vergüenza”, entre México y su país, fue durante toda su campaña electoral un agresor gratuito, muy ofensivo, e insultante para toda América Hispana, marcada aquélla por continuas alusiones racistas, xenófobas, y sexistas. Es elección errada la elección de Trump como gerente de relaciones públicas de la empresa para realizar campañas de promoción de los derechos humanos, aquí o en cualquier parte del mundo. Resulta ser una mala compañía.




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