17 Feb, 2017 | Si lo anuncian hoy y las elecciones son mañana, el pueblo democrático los barrerá del poder. Si es mañana, sucederá otro tanto. Igual pasado mañana. No tienen escapatoria alguna. Por eso la violación flagrante de la legislación electoral. La constitución sólo les sirve cuando favorece sus alevosos intereses. Y para blindarse en postura tan dictatorial, tienen comiendo en la palma de la mano a magistrados, jueces y rectoras. Que a la fecha no sueltan prenda. Contestes como están en que no podrán detener la avalancha democrática que barrerá las pretensiones de imponer el comunismo. Porque no tienen otro modo de evitar la catástrofe, han ido violando una a una cada norma interna, cada artículo del instrumento que regula el sagrado acto del sufragio. No les importa el qué dirá la gente seria, responsable y honesta que en todo el mundo los sabe capaces de tamaña tropelía.

No quieren ir a elecciones. Se niegan torpe y tozudamente. Llevan la marca del sentenciado tatuada en la frente. Después de declararse campeones mundiales, porque con mucha ayuda del CNE ganaron elección tras elección, ahora se niegan a contarse. Sus líderes argumentan, consecuencia del miedo y la mentira, que elegir gobernadores y alcaldes no constituye prioridad. Que derrotar la guerra económica sí. La generada por el ya ido con sus locuras y que el heredero agrandó, agravó y no ha podido vencer porque el monstruo creado terminó tragándoselos. Y al país también.

Se guardan anunciar el cronograma pretendiendo alargar el camino hacia la defenestración de sus patrones. Son las instrucciones recibidas. Esperan que el petróleo los favorezca y puedan recibir millones de dólares que, según ellos, les resuelvan los problemas que, por notoria ausencia de inteligencia alguna, no desaparecen sino crecen. Creen que violentándoles a los venezolanos su derecho al voto, fortalecerán su maléfico propósito.

Olvidan que cuando el pueblo decide no hay marcha atrás, muralla insalvable ni obstáculo invencible. Para el oficialismo, la del cronograma es su propia trampa jaula, su bomba cazabobos, su campo minado en donde están ya inmovilizados.