Porlamar
25 de abril de 2024





EL TIEMPO EN MARGARITA 28°C






¡Zoilita!
La maestra Zoilita, bella por donde se le mirara y tratara, humilde pero imponente en su personalidad, era de las pocas que sobrevivían a aquel tiempo especial y a estos recuerdos.
J. Marino Luna

15 Feb, 2017 | Definitivamente uno fue hecho, por aquel control familiar, por el entorno vecinal, y por aquellos hombres y mujeres que desde las primeras aulas nos fueron moldeando el saber y el comportamiento, para que pudiera mucho en nosotros la autoestima y el sentir agradecido por la Venezuela grande de carne y hueso, por la geográfica y por la que debe llevarse en el alma Hoy rila el corazón cuando recibimos en el Pueblo de La Sal la noticia del fallecimiento de uno de aquellos ejemplares de seres que lo entregaron todo por ese objetivo que le imponían las normas de la docencia y su profundo amor por el suelo salitroso del Pampatar que se lleva adentro En la hermana Cumaná llega a su término vital Zoila Quijada de Marcano:

¡Era entonces el pueblo una larguísima calle central, de pavimento reciente, desde El Trocadero hasta La Salina, y una vereda que partía desde Puerto Moreno, pasaba por la Laguneta y por el frente del conuco de Marcelino Mata y se incorporaba por detrás del cementerio a un conglomerado que en total no pasaba de las dos mil almas: Pampatar Abajo, Pampatar Arriba, Campeare y La Caranta. Algunos ramales de calles por el cerro El Vigía y por Polanco. La playa en trechos pedregosa, con las rancherías y las embarcaciones, unas varadas y otras arregeradas esperando el tan anhelado grito de los vigías desde el cerro. En veces se levantaba una copería por los lomos de La Ballena y los vientos azotaban con fuerza, el mardeleva revolvía la orilla y obligaba a fondear las embarcaciones lejos de la batiente.

Las actividades variaban desde las sencillas artesanales, la pesca, los oficios caseros, las bodegas, la extracción de sal, el trasporte, los trabajadores a destajo, las viandantes y las del gobierno: la Aduana, la Capitanía, la Inspectoría de Pesca, el Correo, la Milicia en el Castillo, las escuelas: la José Joaquín de Olmedo y la Isabel La Católica. A aquella llegamos en la primera mitad de los cincuenta, la rompiente del mar retumbaba por su parte trasera; Vallita y Eva nos recibieron en el pasillo en dos aulas para primer grado inventadas por que crecía la demanda.

En el recodo Inés, seguía Esperancita, venía la Dirección con Ana ya como directora, todavía Jesús Manuel estaba por allí. Al frente de la calle los grandes salones para quinto y sexto grados, por ahí se turnaban Carlota, Ismael, la misma maestra Ana y Zoila Quijada, por todos y todas sentíamos esa mezcla de respeto y admiración por sus virtudes humanas y docentes; era una sola familia la institución.

De aquel tiempo nos viene esta cosa que el tiempo ha magnificado y que se traduce hoy en el llanto sincero que vierte el pueblo hacia uno de aquellos seres que supieron capitalizar todo nuestro cariño y respeto. La maestra Zoilita, bella por donde se le mirara y tratara, humilde pero imponente en su personalidad, era de las pocas que sobrevivían a aquel tiempo especial y a estos recuerdos.

De aquella familia filantrópica venía, cerquitica de la escuela estaban Loña y Tagua, y sus hermanos Fucho y Tomasito. Al lado Luis Pereira con los suyos, por allá Juancho Pacheco, y Agapita y los Leblanc, la bodega y Andresito, el parque infantil, la IglesiaNo terminaría nunca de relatar esto que ahora se me viene a borbotones y donde ella ocupa un lugar especialísimo. Su propia y hermosa familia que procreó con el mayor de los amores junto a Carmelo y todos sus demás parientes reciben hoy las mejores muestras de nuestro sentir por esa extraordinaria hija de Pampatar.

Desde donde sabemos que estás ahora, te seguimos mirando con los ojos de siempre, querida maestra Zoila.




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