14 Feb, 2017 | Hasta hace poco los dirigentes del gobierno se ufanaban de haber ganado no sé cuantas elecciones. Pero, ahora no quieren que el pueblo decida con sus votos el destino político del país. Estos gobiernos señalan con cierta antelación lo que van a hacer.

Juegan con varias opciones: utilizar al Tribunal Supremo de Justicia, oficina jurídica del gobierno, para ilegalizar a la Mesa de la Unidad Democrática y al Consejo Nacional Electoral, garante de los intereses electorales del régimen, para colocar trabas a los partidos políticos para su renovación para luego convocar un proceso electoral al estilo nicaragüense, sin oposición. Todo es válido para un régimen que ha hecho de la trampa, la manipulación y la mentira sus armas predilectas.

Las elecciones no deben realizarse cuando al gobierno le convenga o cuando el gobierno quiera, sino cuando lo establece la Constitución y la Ley Electoral. Pero, además, elecciones libres y con igualdad entre los participantes en la contienda.

Todo parece indicar por las últimas declaraciones suministradas por connotados dirigentes oficialistas que echarán mano de todo ese poder institucional para impedir cualquier proceso electoral ante su segura e inevitable derrota. Destilan arrogancia y soberbia porque han destruido el Estado de Derecho y sepultado el principio de la separación de los Poderes. Quieren mantenerse en el gobierno, como sea.

La lucha es por restituir la Constitución y la democracia. Lucha que se hace en condiciones sumamente difíciles para nuestro pueblo que padece por la falta de alimentos, medicinas, alta inflación y terrible inseguridad.

La situación es tan grave que lanzan el “carnet de la patria” como un “salvavidas” para tratar de seguir engañando a un pueblo que sólo espera votar para cambiar, y de eso no cabe la menor duda.

La presión popular debe hacerse sentir y acompañarla es deber de todos. Para eso hay que tener el camino claro y despejado. Saber hacia dónde vamos y como lo vamos a lograr. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y los sectores de la sociedad civil están obligados a presentar una hoja de ruta y con vocación unitaria ir recuperando confianza y vencer las dificultades hasta alcanzar la victoria que nos saque de esta irrepetible experiencia histórica.