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Una comedia abre el Buen Cine
El inicio del nuevo año nos deja una ausencia irreparable, la del conocido médico asuntino Manuel Antonio Narváez Silva, quien por varios años ocupó cada lunes una modesta butaca en la Sala María Nela Alas, de La Asunción.
Pedro Salima / psalima36@gmail.com

15 Ene, 2017 | La Asociación por un Buen Cine, con apoyo del Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través del CNAC, inicia su la programación de su Proyecto Buen Cine Itinerante para las Comunidades, dentro de la Modalidad de Promoción y Difusión Cinematográfica. Este inicio es con una excelente comedia mexicana, en coproducción con España, “Me estás matando Susana”, del realizador Roberto Sneider, el mismo de “Arráncame la vida”. Esta comedia cuenta con la actuación de Gael García Bernal.

Se trata de tragicomedia que tiene como tema principal el machismo del mexicano, basada en el libro de José Agustín, con un guion bien estructurado que logra llevarnos por varios incidentes, logrados de tal manera que es difícil para el espectador colocarse a favor de uno u otro de los personajes.

Ausencia irreparable

El inicio del nuevo año nos deja una ausencia irreparable, la del conocido médico asuntino Manuel Antonio Narváez Silva, quien por varios años ocupó cada lunes una modesta butaca en la Sala María Nela Alas, de La Asunción, junto con su esposa. Sólo algún quebranto de salud, un incidente familiar, un viaje lo ausentaban de la película.

Aunque la programación de la Asociación por un Buen Cine tiene una horario pautada, cuando el reloj marcaba la hora de inicio, si el cinéfilo y médico asuntino y su esposa no habían llegado, siempre alguien advertía “No han llegado los Narváez”, en señal de espera.

De seguro el reconocido médico todavía retenía las imágenes de la mirada fría y aspecto taciturno de Humphrey Bogart en sus pasos tras la belleza de una Ingrid Bergman. En sus retinas había tantas historias de amores, intrigas, humor, aventuras, misterios, venganzas, que era una especie de cátedra que se sentaba con humildad en la butaca.

De seguro su mirada acariciaba tranvías, parques, teatros, plazas, calles, aeropuertos, barcos, automóviles, terrazas, mares, ríos llenos de besos y caricias, de secretos y verdades, de emboscadas y riñas, de rivalidades y abrazos.

Ahora es una ausencia irreparable, una butaca vacía, el silencio del compañero que nos falta. La pantalla sigue allí, pero nos falta su erguida figura, su boina, el bastón, su sonrisa y su afectuoso saludo.

A pesar de la ausencia física, lo sabremos con nosotros al momento de apagar las luces de la sala. Arranca la película.




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