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19 de abril de 2024





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El diálogo que nunca fue…
Diálogo lo que se llama diálogo, no ha habido, no hay, ni puede haberlo con la hegemonía despótica y depredadora que impera en el país. Simulación de diálogo, sí. Y el oficialismo, impulsado por sus patronos cubanos, es experto en simulaciones.
Fernando Luis Egaña / flegana@gmail.com

7 Dic, 2016 | Acaso haya sido la última treta habilidosa que Fidel concibió para favorecer el continuismo de Maduro. Y esto lo conjeturo, porque el supuesto diálogo para lo único que ha servido es para convalidar la anulación operativa de la Asamblea, la anulación de la solicitud de un referendo revocatorio a mitad del mandato, es decir en el 2016, y la suspensión de las elecciones regionales. Todo ello, claro está, tiene un beneficiario directo: Nicolás Maduro. Y la treta fue tan bien planeada que sí parece haber salido de esa mente portentosa para la manipulación política que caracterizó a Fidel Castro.

Diálogo lo que se llama diálogo, no ha habido, no hay, ni puede haberlo con la hegemonía despótica y depredadora que impera en el país. Simulación de diálogo, sí. Y el oficialismo, impulsado por sus patronos cubanos, es experto en simulaciones. Tanto que han comprometido a mucha gente respetable en la tramoya que, afortunadamente, parece que se están dando cuenta. Otros “facilitadores internacionales” del supuesto diálogo, como Ernesto Samper no entran en la referida categoría de respetabilidad.

Con el cuento del diálogo, Maduro se las está arreglando para amanecer en Miraflores en el 2017. Mala cosa para Venezuela porque su continuismo en el poder significa la continuidad de la destrucción nacional, en todos los órdenes posibles. Y encima, si llega al tiempo del bienio final, una falta absoluta de Maduro no conllevaría nuevas elecciones sino el ascenso del vicepresidente a la Presidencia, lo que quiere decir más de lo mismo y hasta peor de lo mismo.

El llamado “diálogo consensuado” ha sido un instrumento importante para tratar de consolidar una realidad tan terrible para el conjunto del país.

Las piruetas declarativas de reconocidos voceros de la oposición política, para intentar justificar su participación en el asunto, no son persuasivas porque esos voceros son los primeros que no están convencidos al respecto. Se muestran como forzados e incómodos, lo que confirma que la treta ha tenido la eficacia esperada por su autor y sus ejecutores reales. Es posible que no falten, desde la acera opositora, quienes por diversas razones sí manifiestan un respaldo notorio a la iniciativa. Sinceramente pienso que esas razones son impresentables.

Un diálogo efectivo o sustancial que impulse una consulta popular para abrir nuevas etapas, nunca estuvo planteado como tal, aunque fuera mercadeado de esa manera. Por eso el tal diálogo nunca fue. Y mientras tanto, Venezuela sigue enjaulada.




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