24 Sep, 2016 | En la declaración final de la XVII Cumbre de los países no alineados, celebrada la semana pasada en la isla de Margarita, ninguna alusión se hizo, ni siquiera por simple cortesía diplomática hacia el país anfitrión, a su justa y legítima reclamación sobre su Guayana Esequiba. Especialmente dadas las difíciles circunstancias económicas en medio de las cuales se debate Venezuela, y aún así pudo llevar satisfactoriamente el evento.

Pero no sólo eso. Fue bastante también el hecho que el mandatario guyanés se expresara con grosera altanería en el curso de la sesión plenaria, en torno a que nuestro país constituyese una amenaza peligrosa para el suyo. Resulta que la reclamación venezolana desde tiempos históricos y basada en irrefutables títulos jurídicos, que demostraron el despojo sufrido desde principios del siglo pasado, y reafirmada continuadamente por todos los gobiernos venezolanos, se ha expresado apelando a los mecanismos de solución pacífica de controversias, contemplados en la carta fundacional de la ONU, y conforme asimismo al espíritu, letra y propósitos de los acuerdos y protocolos suscritos entre ambos países.

Lo insólito y preocupante es que el gobierno venezolano, representado en la cita, ni su canciller Delcy Rodríguez no hayan respondido, como se merecía al guyanés. Esto se agrava cuando nuevamente en el cuadro de la reunión anual de la ONU, en Nueva York, el guyanés haya seguido su invariable línea de improperios contra nuestro país, y la canciller haya omitido cualquier declaración formal de protesta y rechazo ante el atropello verbal.

Un país como el nuestro que no sólo dirigió en el pasado sus heroicos ejércitos para luchar por la independencia del sub-continente, sino que en el presente, hasta hace muy poco, ha concedido ayudas y mostrado solidaridad hacia sus vecinos, en la cuenca del Caribe, y particularmente con Guyana, al condonarle el fallecido presidente Chávez la deuda petrolera.

Ha sido imperdonable, peligrosísima e inconsecuente con la línea patriótica seguida durante tanto tiempo por la diplomacia venezolana, la omisión cometida por el gobierno en Margarita y Nueva York (ONU).