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25 de abril de 2024





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¿Para qué juzgarme?
Cuando me hice consciente de mis actos me di cuenta que al juzgar a los demás generaba en mi un cansancio, me preguntaba qué había estado haciendo todo el día para estar tan agotada. Inmediatamente me daba cuenta que no había hecho nada más que juzgarme.
Mónica Tietz

17 Sep, 2016 | Como muchas de nuestras costumbres, tradiciones y creencias, en unos países más marcados que otros, la sociedad nos ha dado una de las grandes herramientas como lo es el juzgar.

Una de las grandes razones de sufrimiento en el mundo es como nos juzgamos y juzgamos al otro. Nuestro sistema de pensamiento toma un rol importante en nuestras vidas en la medida que le demos valor a nuestros juicios.

“No juzguéis y no seréis juzgados” lo que quiere decir es que si juzgas la realidad de otros no podrás evitar la tuya propia (Tomado del libro «Un Curso de Milagros»).

Seguramente en algún momento de tu vida, como yo misma lo hice, te has burlado de alguien porque en tu pensamiento está la creencia de sentirte con derecho de determinar el valor de los demás.

Cuando me hice consciente de mis actos, me di cuenta que al juzgar a los demás generaba en mí un cansancio, me preguntaba qué había estado haciendo todo el día para estar tan agotada. Inmediatamente me daba cuenta que no había hecho nada más que juzgarme.

Desde entonces aprendí a aceptarme como soy, que camino a mi propio ritmo, que no puedo pretender que los demás caminen igual que yo. No soy perfecta, me puedo equivocar, cada quien tiene un proceso distinto para mí y Dios me hizo a semejanza suya y por lo que no es necesario compararme con otros.

Entonces me pregunté: ¿Para qué juzgarme?

Esta pregunta fue lo me hizo entrar en razón y me di cuenta que los juicios que me hacía tomaban el valor que yo le diera, según lo que yo creía.

Me he hecho el compromiso de omitir el juicio, fue así que encontré la tranquilidad y paz en mi vida. Cuando me reconozco por lo que soy y que los demás son como son, me di cuenta que era una pérdida de mi tiempo y a su vez no tenía sentido juzgarlos.

Te invito a que te liberes de esa imposición, aprende a autoaceptarte, de esto me di cuenta cuando reflejaba mi juicio en los demás. Ten presente el amor en tu vida, porque cuando haces juicios, el amor se aparta de ella.

Aprende a perdonar a las personas que a la medida que lo hagas, aumenta tu amor propio; deja de etiquetar cada circunstancia: las personas y cosas son como son. Abre tu corazón y celebra tus defectos.

Llevar una vida sin juicios no es fácil, sin embargo, no tengo dudas que ¡tú ya puedes lograrlo!




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