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El alimento viene de la Tierra, no de la tienda
Venezuela es una cultura (porque yo personalmente no creo en los países) que cada 50 años busca liberarse, rebelarse o revocar a quien está en el poder. Si llevamos esto a las generaciones, podemos decir que si tienes 50 años, hoy vives lo que tus padres y tus abuelos también vivieron.
Joselyn Quintero

3 Sep, 2016 | Muchas veces nos quedamos pegados en el “qué” las situaciones, y se nos olvida preguntarnos el “para qué” de lo que vivimos. Cuando entramos en un estado de victimización, creemos que el reto que nos toca enfrentar es una desgracia que sólo nos toca a nosotros. Esta semana te voy a compartir mi teoría acerca de la situación del alimento en Venezuela, y cómo entrar en reflexión generacional para dejar de darnos con la misma piedra, una y otra vez.

Enric Corbera, creador de la Bioneuroemoción, opina que las situaciones que se nos presentan en la vida vienen a enseñarnos algo que debemos sanar. Si no lo hacemos, estaremos condenados a repetirlo trans-generacionalmente una y otra vez, hasta que lo superemos. Venezuela es una cultura (porque yo personalmente no creo en los países) que cada 50 años busca liberarse, rebelarse o revocar a quien está en el poder. Si llevamos esto a las generaciones, podemos decir que si tienes 50 años, hoy vives lo que tus padres y tus abuelos también vivieron.

Cuando estaba en la universidad, hace unos 15 años, recuerdo haber leído un libro llamado “Cesarismo Democrático” de Vallenilla Lanz. Este libro, ambientado en la Venezuela de hace unos 100 años, contaba a través de una historia todo el salto cuántico que representó el boom petrolero en el país, y cómo culturalmente manejamos esa bonanza eterna. Justo en ese momento, nos dimos cuenta que éramos un país rico en petróleo pero, como quien se gana la lotería, la forma de manejar ese regalo de la naturaleza fue poniéndonos de espalda a la tierra.

En muy poco tiempo, pasamos de cultivar la tierra para vivir del petróleo, y fue así como el 80% de la población decidió abandonar la tierra para hacinarse en el 20% del territorio nacional. Todos querían un empleo de 8 a 5 que les diera el salario quincenal para ir a comprar el alimento, ya no en la tierra, sino en la tienda. A mi juicio, es como cuando tienes una madre que te lo da todo, pero tú te mudas con arrogancia a otro lugar “más moderno” y de paso esperas que ella te siga manteniendo.

Viviendo en Europa he aprendido que 100 años no es nada para la historia humana, pero es toda una vida para la civilización latinoamericana. Para mí, 3-4 generaciones culturales es ADN fresco, es muy fácil ver de dónde viene el problema y qué nos causa esta dependencia a la tienda. Abandonamos la naturaleza, nos desconectamos de la tierra buscando “modernidad” y aquí estamos: con un título bajo el brazo, pero sin saber cómo alimentarnos por nosotros mismos… ahora dependemos de la tienda para vivir.

La gran ironía es que seguimos rodeados de abundancia, con casi un millón de kilómetros de tierra preñada de recursos, pero ese recurso del cual nos vanagloriamos, el petróleo, Elon Musk lo hará obsoleto muy pronto… posiblemente en menos de 100 años. Para quienes se toman la tarea de ver en qué anda el mundo, saben claramente que el petróleo ya no da riquezas ni mantendrá países. Nos gastamos la lotería petrolera que nos ganamos, y todavía seguimos creyendo que lo perdimos porque nos estafaron.

A la cultura venezolana le está tocando adaptarse a golpes a una tendencia que el resto del mundo ya está adoptando con placer y consciencia: la vida simple, el volver a la tierra, honrar el planeta, deshacernos de la adicción al azúcar, de los químicos de los procesados y hasta de la carne. Volver a lo verde, vivir en el campo, sembrar en casa sin fertilizantes. Vivir para ser y disfrutar, no para acumular.

Para mí, no hay mayor maestra de la riqueza, la abundancia y la prosperidad, que la naturaleza. Es humilde, paciente, sabia. Sabe de ciclos, se maneja con tranquilidad en el invierno y con prudencia en el verano. Tiene visión holística, ecológica, y está pendiente de todo. Responde con silencio y enseña con el ejemplo.

La naturaleza siempre provee porque la abundancia es su estado de ser. Somos nosotros que estamos ahí, arrogantes y escandalosos de espalda a ella, quejándonos con la tienda vacía porque ya se nos olvidó que quien nos alimenta, es la tierra.

Y mientras yo voy escribiendo esta reflexión, mi mamá me cuenta que en la quebrada que está detrás de su casa germinó una semilla de auyama. Sin riego, canto ni atención, ella generosamente regaló más de 10 auyamas que los vecinos aprovecharon. Eso ocurre en todos los rincones de la tierra venezolana, y se llama abundancia.

Joselyn es asesora en finanzas corporativas, psicología financiera y neuroeconomía. Es conferencista internacional y autora del libro Semillas de Riqueza. Sabe convertir el dinero en una energía de amor para los que cambian el mundo, mientras disfruta de una vida simple. Conócela en www.JoselynQuintero.com




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