27 Ago, 2016 | Vivimos en este mundo con una gran paradoja: hacer las cosas rápidas y fáciles, pero que a su vez tenga duración en el tiempo. La ansiedad por lo “instantáneo” nos mantiene en una ceguera que nos lleva dando tumbos, y al cabo de cierto tiempo nos damos cuenta que hemos dado vuelta sobre nuestro propio eje. Esta semana vamos a hablar acerca de la facilidad y el facilismo, y cómo esto afecta nuestra vida y nuestra sociedad.

Supongamos que tienes dos vasijas de barro, y a ambas le echas exactamente la misma cantidad de agua. Mientras una conserva el líquido, la otra se va quedando sin agua con rapidez. Algo te dice que la vasija necesita más agua, así que le echas más. Pasado unos minutos, la vasija volvió a quedar sin agua. Vuelves a echar agua una y otra vez, con la esperanza de que esta vez la vasija logre mantener el agua.

¿Qué sucede en esta historia? Que no importa tanto el contenido, sino la calidad del contenedor. Si esto lo llevamos a personas y dinero, diríamos que no importa la cantidad de dinero que recibas, porque lo verdaderamente importante es tu calidad como contenedor de ese dinero.

Muchas veces, en exceso diría yo, nos enfocamos en el contenido y no en el contenedor: queremos tener la vida que tiene fulano, las vacaciones que tiene mengano y la vida sin hacer nada que “aparentan” tener los ricos y millonarios de las telenovelas. La verdad, es que hay un grave problema de conceptos, porque además de vivir enfocados en el contenido, confundimos facilidad con facilismo.

Facilismo

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha buscado maneras de facilitarse la vida. Hemos creado asombrosas herramientas y podemos hacer muchas cosas en muy poco tiempo. Pero, el problema viene cuando rendimos tributo a la pereza como modo de vida.

Un caso muy típico es la aversión al trabajo disciplinado y enfocado. Millones de personas son estafadas cada año por ceder ante publicidad engañosa que promete una vida de lujo sin hacer absolutamente nada. Yo diría que la estafa tiene dos caras: por un lado los que sabemos que eso es una promesa irreal, y por otro lado los que compran la irrealidad para luego tener que digerir trabajo duro, que era lo que estaban evitando inicialmente.

Cada vez que yo tomo una decisión, u ofrezco algún servicio en el mercado, paso por la prueba de la masificación: Si 30 millones de personas hiciesen lo mismo ¿Cuál sería el resultado a largo plazo? Esto me permite saber si estoy sumando algo positivo al universo, o si estoy construyendo castillos en las nubes. Vivimos en un mundo que es un boomerang, y lo que hacemos luego nos lo hacen. Así de simple.

Facilidad

Por otro lado está la capacidad de simplificar el proceso, léase bien: proceso. La facilidad es una condición natural de la naturaleza, aquello que Deepak Chopra llama “La Ley del mínimo esfuerzo”. Pero, para que esa ley del mínimo esfuerzo funcione, tiene que haber un entorno limpio de facilismo. La facilidad se convierte entonces en un sinónimo que la explica mejor: optimización.

Esta facilidad u optimización ocurre cuando se realizan más cosas en menos tiempo para satisfacción y ganancia de todos los involucrados directa e indirectamente. En este conjunto entra la revisión de procesos para eliminar cosas repetitivas, o la re-estructuración de rutinas para poder automatizar aquello que no requiere mucho análisis ni supervisión humana.

Facilidad es amar mi trabajo y buscar formas de entregar los resultados con la misma calidad y en menos tiempo. Facilismo es ofrecer algo de mala calidad pero venderlo como si fuese lo mejor del mundo, sólo por obtener dinero rápido.

Facilidad es crear un equipo de trabajo que esté alineado con lo que yo ofrezco y así delegar actividades para yo enfocarme en seguir creciendo el negocio. Facilismo es contratar a la gente más barata del mercado para darle doble carga de trabajo y así ahorrarme algún dinero.

Facilidad es ofrecer soluciones prácticas a problemas urgentes que la gente de mi país está teniendo en este momento, desde la voluntad de ayudarlos a salir adelante. Facilismo es aprovecharme de la crisis para sacarle ganancia a eso que yo hago, bajo la excusa de “las cosas están difíciles”.

Facilidad es inspirarme en el proceso del éxito de aquel a quien admiro. Facilismo es robarme lo que el otro tiene para intentar sentirme exitoso.

En fin, necesitamos una sociedad de gente que ame lo que hace, que optimice su trabajo y que entregue valor envuelto en amor. Sólo así se podrá crecer de forma exponencial y sostenida, porque nos habremos ganado las únicas dos monedas que no se devalúan: respeto y confianza.

No permitas que el entorno decida por tu estilo de vida. No hay peor crisis, que aquella donde negocias tus valores. Conviértete en un micro-representante del tipo de mundo que sueñas, a largo plazo.

Conviértete en un contenedor que vive en Armonía Financiera, para que puedas mantener lo que te llegue de forma fácil, fluida y amorosa.

Joselyn es asesora en finanzas corporativas, psicología financiera y neuroeconomía. Es conferencista internacional y autora del libro Semillas de Riqueza. Sabe convertir el dinero en una energía de amor para los que cambian el mundo, mientras disfruta de una vida simple. Conócela en www.JoselynQuintero.com