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16 de abril de 2024





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La película
En América Latina, concretamente en La Habana, la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano colocaban sus firmas a los acuerdos de paz que prácticamente ponen fin a 52 largos años de guerra que se llevó por delante a cientos de miles de víctimas en una confrontación que se inició con el asesinato del líder Jorge Eliecer Gaitán en 1948.
Félix Roque Rivero @Espartaco2021

30 Jun, 2016 | Esta semana hemos asistido a la proyección de grandes acontecimientos en la escena mundial. Dos de ellos ocurrieron en los teatros americanos, el otro en uno europeo. En la vieja Europa se están sucediendo situaciones asombrosas. La reciente y sorpresiva salida de Inglaterra de la Unión Europea, contrasta con los afanes y esfuerzos unionistas de los otros países integrantes de dicha Unión. Frases duras escuchamos en este debate que finalmente culminó un 48% contra un 52% favorable a la desunión. Nosotros, decían los que incitaban a votar por el sí de la salida, “no vamos a continuar sosteniendo economías débiles y quebradas”; tampoco, remataban, nos vamos a calar las cuotas de asignación de refugiados “que vienen a causarnos problemas diversos sin aportar nada a nuestro pueblo”. Bajo esta campaña de profundo contenido nacionalista para algunos, chauvinistas y deshumanizadas para otros, los ingleses se marchan con su libra esterlina de la Unión y de la Zona Euro que tantas expectativas integracionistas había creado.

Mientras aquello transcurría en Europa, en América Latina, concretamente en La Habana, la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano colocaban sus firmas a los acuerdos de paz que prácticamente ponen fin a 52 largos años de guerra que se llevó por delante a cientos de miles de víctimas en una confrontación que se inició con el asesinato del líder Jorge Eliecer Gaitán en 1948. Millones de colombianos viven hoy desplazados como parias en diversos países a consecuencia de una guerra fratricida alimentada por los llamados perros de la guerra, donde se conjugan intereses de la más rancia oligarquía de ese hermano país, del paramilitarismo y del narcotráfico. Esa guerra bien pudo no haberse producido pero fueron más las ansias de poder de quienes vieron en ella un pingüe negocio para vender armas y establecer una poderosa red de tráfico y venta de narcóticos hacia Europa y los EUA En el abrazo de La Habana se comienza a moldear una época de cambios para los colombianos y también para los latinoamericanos amantes de la paz y de la solución pacífica de los conflictos sin interferencias de los poderes fácticos imperiales.

El tercer acontecimiento de esta película ocurrió en la OEA, ese instrumento viejo y caduco que a decir de Miguel D´ Escoto “es una farsa que ya debería haber desaparecido”. Allí el inefable señor Almagro dio lectura a su famoso informe dictado por teléfono que dibujó una Venezuela donde, según él, vivir es una pesadilla. No se trata de negar los problemas que tenemos y mire que los tenemos. Pero afirmar las sandeces que este tarifado Secretario General dijo, es desconocer que desde 1998, en Venezuela se han venido produciendo una serie de acontecimientos que marcan los rumbos de los nuevos tiempos. La actuación de esa cosa llamada Almagro debe llevar a una revisión de la normativa internacional que, muchas veces, en aras de políticas integracionistas de validez y utilidad, ponen en peligro la soberanía de los países. La actuación de Almagro debe llevarnos a la disyuntiva de plantearnos si es menester continuar en la OEA o de ponerle fin a esta película donde hasta ahora, solo los malos ganan y los buenos actúan como extras.




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