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Presencia negroafricana en la obra cervantina
A partir de ese momento, Lisboa se convirtió en el centro principal de la trata negrera en el continente europeo de tal manera que entre los años de 1450 a 1500, 150.000 esclavos fueron transferidos desde África hacia Portugal.
Francisco E. Castañeda M. | fran.caman@hotmail.com

2 May, 2016 | En la oportunidad de cumplirse este 22 de abril de 2016 cuatrocientos años del fallecimiento de Miguel de Cervantes Saavedra, máximo representante de la literatura española, hemos considerado conveniente presentar algunas referencias señaladas por dicho autor en algunas de sus obras relacionadas con ese importante personaje no solo de la literatura cervantina en particular sino también de muchas otras obras pertenecientes al denominado Siglo de Oro español como lo es el esclavo negroafricano. A tales efectos, resulta necesario hacer un breve recuento histórico acerca de la presencia de ese contingente poblacional en la Península Ibérica. Veamos:
Con el arribo de los nautas portugueses a las costas del litoral occidental africano durante la primera mitad del siglo XV, es decir, cincuenta años aproximadamente antes del arribo de los castellanos a las costas americanas, se dio inicio a la deportación forzada de los pobladores de la región subsahariana en condiciones de esclavitud hacia la Península Ibérica: Portugal en primer término y, posteriormente, el sur de España.

Una Crónica de esos años realizada por Gomes Eanes de Zurara (1410-1474), Cronista Oficial de la conquista lusa en las costas africanas, describe la llegada el día 8-VIII-1444 al puerto portugués de Lagos de los primeros cautivos africanos. Al respecto, leamos un fragmento de dicho escrito: “Se desembarcaba a los prisioneros. Estos eran negros y tan feos de rostro y de figura, que parecían venir de un mundo inferior. Pero nadie hubiera tenido el corazón tan duro que no sintiera compasión por ellos […] Su dolor aumentó por el hecho de que separaban a las familias. Arrancaron a los padres de sus hijos y a los maridos de sus esposas (Strauss, R., 2004: 163).

A partir de ese momento, Lisboa se convirtió en el centro principal de la trata negrera en el continente europeo de tal manera que entre los años de 1450 a 1500, 150.000 esclavos fueron transferidos desde África hacia Portugal.

En cuanto a España, la presencia masiva de ese grupo humano es simultánea en el tiempo con la que ocurre en la geografía lusitana. Son vendidos inicialmente en la región andaluza especialmente Cádiz, Granada, Jaén, Málaga
y, principalmente, Sevilla.

Cabe destacar que muchas de las características socioculturales distintivas de estos deportados fueron conocidas por una buena parte de la población hispana gracias a muchas de las manifestaciones artístico-culturales predominantes en esa época, especialmente la literatura, la dramaturgia, la narrativa y la música, entre otras.

La literatura de ese momento histórico resulta ser una fuente importante para conocer en detalle la realidad social de dicho período así como también para indagar acerca de la imagen y y percepción estereotipada existente en la Península acerca de estos esclavos negros. Una de esas expresiones pioneras es la denominada “Literatura de Cordel”. En sus textos se describe de una manera burlona y sarcástica muchos de los rasgos fenotípicos característicos de esos pobladores sursaharianos. Igualmente, en la Literatura Novelesca especialmente en el género picaresco como por ejemplo “El Lazarillo de Tormes” (Anónimo, 1534). Sobresale también en esta variedad literaria la historia de “El Ingenioso Hidalgo don Quijote de La Mancha (1605 y 1615) de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) en la cual se hace referencia a los negroafricanos en el pasaje donde a Sancho Panza le ofrecen el Reino de Micomicón en Guinea: “Sólo le daba pesadumbre el pensar que aquel reino era tierra de negros […] ¿Qué se me da a mí que mis vasallos sean negros? ¿Habrá más que cargar con ellos y traerlos a España, donde los podré vender, y adonde me los pagarán de contado, de cuyo dinero podré comprar algún título o algún oficio con qué vivir descansado todos los días de mi vida?” (Cervantes, 2000: 314, Tomo I)




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