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La fiesta de "Chicho Rancho"
A Chicho Rancho le brota la generosidad por las palabras, cuando nos explica que lleva más de 18 años montando sus "panas cuarteleras" para que el gentío deje su cauce y se arrime a disfrutar el sancocho.
Mélido Estaba Rojas | melidoestaba@gmail.com

10 Feb, 2016 | El pueblo mío sigue sembrando afectos y encaminando sueños por la tarea de su fortalecimiento cultural, en una suma de acciones que –a lo mejor, sin proponérselo- marcan algo de la sana e inacabable competencia entre las calles de allá arriba y la de acá abajo. Altagracia siempre asoma sus recursos inagotables en esto de afirmar su empeño de pueblo próspero, si no que lo diga el montón de gente que cada año le saca el cuerpo disimuladamente a la procesión de Nuestra Señora de Altagracia y de San Antonio bendito, para agarrar su totuma y arrimarse al sancocho que regalan "los rancheros" comandados por el gran "Chicho Rancho", en pleno corazón de la calle Santa Ana, donde parece que no hay guerra económica que valga, puesto que la generosidad rebasa la agallueza de nativos y arrimados. Si usted pregunta por Arístides Marín, nadie le dará razón porque aquí sigue vivita la mala costumbre de ponerle apodo a todo cristiano.

A Chicho Rancho le brota la generosidad por las palabras, cuando nos explica que lleva más de 18 años montando sus "panas cuarteleras" para que el gentío deje su cauce y se arrime a disfrutar el sancocho, desoyendo las reprimendas del señor cura, impotente para retirar a sus ovejas del apetecible caldo. Los fogones reviven para la festividad de la Virgen de Altagracia, el 6 de enero, y reinciden el 8 de septiembre con Nuestra Señora del Valle, alentados por el respaldo de vecinos que lidera "Chicho" (el de Isabel).

Cuando se aproximan los días de celebración, llega el cargamento de taparos para confeccionar las doscientas totumas, con el trabajo de los voluntariosos que nunca faltan. En las pasadas fiestas de Altagracia se habilitaron 42 patas de res, 18 kilos de costilla y 15 de hueso, acicaladas en cuatro ollas enormes; "aliños y vituallas hay por demás" y lo que viene es candela y sazón que es precisamente lo que sobra en este bendito pueblo.

Pero no crean ustedes que la partida es seca. ¡No señor! ¿Quién ha dicho? Por lo menos tres grupos musicales animan la jornada y los brindis son sustanciosos y persistentes dentro del sano disfrute, al que todos están invitados. Lo mío me lo dejan en la olla.




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