Los desfiles en la avenida 4 de Mayo estaban repletos de personas que disfrutaban tranquilamente de los disfraces, carrozas y comparsas / Foto: ARCHIVO.

7 Feb, 2016 | La situación económica que embate al país ha deteriorado las costumbres de los margariteños y el carnaval no es la excepción. Cuando afloraba el Puerto Libre y había una bonanza económica en la región insular, esta festividad era organizada por instituciones y por los propios comerciantes, donde la buena música y la alegría predominaba.

Diógenes Acosta, director de Los Morochos Steel Band, recuerda esta época de oro cuando el sonar de los tambores metálicos le daba vida y alegría a las fiestas del Rey Momo. Fue en 1980 cuando en compañía de varios amigos comenzaron a hacer sonar este ritmo musical originario de Trinidad y Tobago.

Lo primero que necesitó fue un tambor y comenzar a trabajarlo para que evocara los sonidos característicos de este género musical caribeño; cuando consiguió la técnica correcta, comenzó a trabajar en la de sus compañeros de banda.

En poco tiempo ya los 25 muchachos que conformaban el grupo ensayaban para presentarse en los diversos desfiles que se realizaban en la región insular. En compañía de Grimardo Acosta, Enrique Hernández, Freddy Díaz, Henry Díaz entre otros, se consolidó la agrupación Los Morochos Steel Band.

Para Acosta, lo bonito del carnaval de aquellos años y que quizás en su momento no apreció, era que estos se realizaban sin tintes políticos, sólo se buscaba el disfrute sano de los margariteños y temporadistas sin la necesidad de elevar una bandera partidista.

Para eso, en ese momento se contaba con instituciones de prestigio y de gran capacidad de organización, como la Fundación para la Organización de los Carnavales de Margarita (Funcamar) y el Fondo para el Desarrollo de Nueva Esparta (Fondene), además de la participación de los comerciantes de la región insular.

Acosta reseñó que en esa época todo se trataba de los concursos del mejor disfraz, mejor carroza o comparsa, de agarrar más caramelos, bailar la buena música y, por supuesto, tomar “alguito para el calor”.

Acosta: "Los gobernantes de la Isla ahora lideran los desfiles de carnaval: van primero que la reina y que los caramelos”. / Foto: YULIANNYS GONZÁLEZ.

En los años 80, eran tres los espectáculos esperados por el pueblo margariteño: el “Carnaval playero”, “Carnaval escolar” y el “Amanecer feliz”, a los cuales los insulares y turistas no dudaban en asistir pues la calidad de estos era increíble.

Para Acosta, recordar estos desfiles trae mucha nostalgia. Ver las avenidas 4 de Mayo y Santiago Mariño en Porlamar desbordadas de personas para entretenerse sanamente y respetando al prójimo es un escenario que desea que vuelva a materializarse.

Acosta explicó que ahora el Carnaval se ha politizado y todos los desfiles son liderados por algún alcalde, concejal o el gobernador, situación que -aseguró- crea mayor división entre la población, en lo que alguna vez fue un evento que reunió a todos sin hablar de partidismo.

Diógenes Acosta espera que en los próximos años el Carnaval se convierta en esa gran fiesta donde la creatividad, la alegría, el humor y el respeto prevalecían.

Formación

Dada la aceptación que tuvo el steel band de la mano de la agrupación Los Morochos Steel Band, Diógenes Acosta y sus compañeros decidieron instalar en el paseo Guaraguao en Porlamar la primera academia para aprender todo sobre este género musical. La inauguración de esta escuela fue en 1995 y se trajeron a profesores desde Trinidad y Tobago para enseñar a niños y adolescentes la elaboración de los tambores y aprender a tocarlos. La falta de apoyo hizo que ésta cerrara luego de cinco años.