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De la ansiedad del regalo a la conciencia del presente
Mi gran misión de vida desde hace 4 años ha sido el desprendimiento. Vivir aún más simple de lo que vivía, gastar lo necesario y apreciar lo que tengo parece ser algo que pocos están dispuestos a hacer.
Joselyn Quintero

19 Dic, 2015 | La sociedad está tan acostumbrada a la competencia, que incluso hasta por regalos competimos. Realizamos compras locas o acumulamos regalos debajo del arbolito. Lo que nadie se pregunta es ¿por qué regalamos tanto? Aquí te dejo 3 tipos de regalos ansiosos que te alejan del presente consciente.

Esta semana volví a colocar mi arbolito de navidad plástico en casa. A diferencia del que tenía en Venezuela, este arbolito es muchísimo más pequeño y apenas tiene adornos. Su principal gracia es que tiene un sistema que hace "nevar" bolitas de anime desde el copo, simulando la nieve. Lo compré al 50% de su precio, me toma sólo 20 minutos armarlo y lo disfruto un montón.

Mi gran misión de vida desde hace 4 años ha sido el desprendimiento. Vivir aún más simple de lo que vivía, gastar lo necesario y apreciar lo que tengo parece ser algo que pocos están dispuestos a hacer. He descubierto por experiencia y observación que, mientras menos tienes, más quieres mostrar, y que cuando vives con plenitud, disfrutas lo que tienes… sea mucho o sea poco.

Es importante destacar que los regalos son rituales sociales que infundimos desde la niñez. No son buenos ni malos, pero pueden ser macabros si los utilizamos como medida de manipulación y/o aprobación. Es por ello que aquí te dejo 3 tipos de regalos que compramos ansiosamente, olvidando la conciencia del presente:

Regalos para ser queridos

Muchos utilizan la cantidad de regalos como medida de amor. Incluso, podemos llegar al punto de quedarnos sin dinero, o pedir prestado, con tal de comprar la cantidad de regalos que la otra persona espera recibir. Esta sensación de competir por el número de regalos (o por el valor del regalo) que le damos a una sola persona parece ser más una desesperación de ser queridos por él/ella, que el deseo auténtico de ofrecer un presente que sea de utilidad en su vida.

Mis regalos siempre son en función a lo que esa persona pueda darle uso, y no en función a lo que esa persona me pueda querer por el sólo hecho de ofrecerle un regalo. Si lo va a utilizar, entonces es un buen regalo. En casa tenemos la costumbre de preguntar lo que la persona quiere de regalo, ya que le damos prioridad a la utilidad sobre la “emoción” de la sorpresa.

Regalos materialistas

Uno de los descubrimientos más reveladores en el campo de la psicología financiera, está relacionado con las decisiones de gastos que promuevan la felicidad. Está demostrado que todo aquello que se experimenta tiene mayor valor a largo plazo, que aquello que se obtiene. De nada te sirve llenar tu casa de objetos y cosas, si jamás has experimentado una puesta del sol en un lugar diferente, o una cena en un pueblito al otro lado del mundo.

Lo material emociona a corto plazo, pero ya luego nos esclaviza (ya sea porque tenemos que trabajar para mantenerlo o porque nos aterre pensar que alguien nos lo quite). Lo experiencial casi nadie lo ve, pero es algo que libera y expande el alma. Lo material se queda, lo experiencial te lo llevas cuando mueras. Uno de los regalos más valiosos que yo le puedo dar a mi mamá, es la experiencia de conocer el mundo… Por eso mi arbolito de navidad está casi siempre vacío.

Regalos desde el Tener

Vivimos en una sociedad donde pareciera que, hagamos lo que hagamos, aún no somos suficientes: si fuiste un buen niño, ahora debes ser buen estudiante. Si fuiste buen estudiante, ahora debes ser un buen empleado. Si fuiste un buen empleado, ahora debes ser buen novio/novia. Si fuiste buen novio/novia ahora debes ser buen esposo/esposa. Si fuiste buen esposo/esposa ahora debes ser buen padre/madre. En fin, nada es suficiente hasta que llegas más o menos a los 50 años y te das cuenta que se te fue la mitad de la vida y todavía sigues sin cumplir las expectativas de alguien.

No importa cuántos títulos tengas, cuánto salario ganes, cuántos regalos dejes debajo del árbol. Eres valioso por lo que eres, por lo que experimentas y por lo que las demás personas sienten cuando están contigo. Cuando eres consciente de tu presencia en el mundo, ya eres un regalo.

Aprender a disfrutar quienes somos e invitar a los demás a compartir momentos especiales, no requiere dinero, sino autoestima. Ya sea una reunión familiar con intercambios de regalos o una cena tipo picnic a la orilla de la playa, ofrece tus presentes desde la conciencia de quién eres y no desde lo que compras. Vive la navidad desde la armonía financiera… sea mucho o sea poco.

Feliz Navidad.




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