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Gastando tus utilidades… ¡no eres tan listo como crees!
Las utilidades o bonificaciones son una cantidad de dinero que la empresa va apartando a medida que pasa el año, porque ellos, a diferencia de ti, tienen un plan de ingresos y egresos.
Joselyn Quintero

5 Dic, 2015 | Hay rutinas y ciclos que experimentamos durante toda la vida, y ni siquiera nos damos cuenta. Entre esos ciclos están las utilidades y los bonos de fin de año. No importa con cuánto tiempo lo avises, parece que hay un chip que se activa a final de año, y cuya resaca nadie la prevé sino hasta enero. Esta semana hablaremos de cómo derrochamos horas de vida al malgastar las utilidades y bonificaciones, incluso antes de que lleguen las fiestas decembrinas.

Probablemente el mayor error de los postulados financieros, es que se asume que las decisiones de dinero son tomadas de forma racional. En realidad no es así: todas las decisiones financieras son emocionales. Tener la humildad de entender esto te puede abrir la posibilidad de descubrir tus propias trampas de dinero. Incluso el contador más calculador es capaz de descuadrar su quincena para comprarle las rosas más llamativas a la mujer que está conquistando.

Antes de adentrarnos en el relativo mundo de las decisiones de compra, es importante aclarar que las utilidades de fin de año no tienen que ver con el desempeño de la empresa, sino con los acuerdos económicos a los que se llegan cuando aceptas un empleo (y se calculan según tu salario). Así que lo que aquí hablaremos no tiene que ver con las empresas, sino con tu forma desordenada y ansiosa de manejar tu dinero, día a día.

Las utilidades o bonificaciones son una cantidad de dinero que la empresa va apartando a medida que pasa el año, porque ellos, a diferencia de ti, tienen un plan de ingresos y egresos. A medida que va pasando el tiempo, la empresa invierte, recicla o aprovecha ese dinero, multiplicándolo durante el año. El asunto aquí, estimado lector, es que mientras ellos apartan (o invierten) mes a mes el dinero que te darán a fin de año, tú ya vas por ahí gastándolo aunque no lo has recibido, pagando cosas que no necesitas y transfiriendo la responsabilidad a la tarjeta de crédito.

¿Y qué pasa al final de año, en estas fiestas decembrinas? La empresa le pide al banco que saque parte de las ganancias que generó ese dinero apartado y entonces te depositan las utilidades en tu cuenta…. Horas después, tú (que te creíste muy listo durante todo el año) le devuelves el dinero al banco para pagar tus deudas acumuladas en el año…. Y si te queda algo, terminas de dar los tarjetazos necesarios hasta que te deshaces de ese dinero que te costó todo un año ganártelo. Pero de eso no te das cuenta, sino hasta que llegas a enero… específicamente entre el 13 y 14 de enero, quizás los días financieramente más largos y angustiosos para cualquier empleado.

Hacer esto diferente es un trabajo de voluntad y autoestima muy grande, porque requiere que salgas del comportamiento colectivo (sobre todo en estos momentos donde existe esa idea de que mañana te vas a morir de hambre y por eso tienes que gastarte todo lo que tienes en comida).

Aunque actualmente viva en el exterior, estuve 32 años en Venezuela, donde año tras año guardaba el dinero de las utilidades, las vacaciones y cuanta bonificación se me presentaba. Sí, era rara para algunos y tacaña para otros, pero probablemente ese mismo comportamiento me convirtió en el ejemplo a seguir y la inspiración para muchos, ya que con ese dinero logré lo que muchos consideran imposible. Siempre le di un enfoque claro a cada bolívar que recibía en mi vida, sin importar si trabajaba como archivista, secretaria, analista o consultora. No se trata de cantidad, sino de intención.

¿Cuál es la intención que tú le imprimes a tu dinero? ¿Cómo sabes si tendrás tranquilidad mental durante la resaca financiera de enero? ¿Te consideras "víctima resignada" del entorno, o estás dispuesto a hacerlo diferente? La siguiente semana te estaré dando algunas ideas sencillas que te permitirán tomar decisiones inteligentes de dinero, sin importar cuántos tragos tengas encima. ¡Ah, y te daré mi regalo de Navidad!

Gracias por existir.




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