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En la recta final
Pese a que son votaciones parlamentarias, serían un revés de incalculables consecuencias una derrota del chavismo. Pero las tendencias están acercándose.
Eleazar Díaz Rangel |

Foto: ARCHIVO.

Este 6 de diciembre se realizarán las elecciones parlamentarias donde en el estado Nueva Esparta se elegirán cinco diputados para el período 2016 - 2020. / Foto: ARCHIVO.

30 Nov, 2015 | Entramos en lo que los hípicos llaman recta final antes de votar. Pocos días quedan de propaganda. El domingo, que desde hace meses se identifica como 6D, se celebrarán importantes elecciones que el presidente Nicolás Maduro en algún momento dijo que eran “las más difíciles”, aunque nunca explicó porqué. Ocurre que en esta ocasión hay suficientes razones para que exista descontento en la población, pues el gobierno no ha podido resolver el problema de la escasez y altos precios de los productos alimenticios y otros de primera necesidad, lo que ha generado interminables colas buscando adquirirlos. Muchos de esos productos (25% de la producción nacional y productos importados) se van mediante contrabando de extracción. A esa situación hay que añadir la abrupta baja de los precios del petróleo, de más de 80 dólares por barril a $35.

En la última fase de la campaña electoral, los voceros del GPP (el PSUV y sus aliados que integran el Gran Polo Patriótico) parecen haber persuadido a sus respectivas militancias, que esa situación es efecto de una “guerra económica” estimulada desde el exterior y con sólido apoyo en el país, lo que tiene mucho de verdad, y que pese a esas dificultades, hay que votar para preservar el proceso. Esa guerra económica se ha comparada con la habida en Chile para provocar la desestabilización, y posterior derrocamiento, del gobierno del presidente Allende.

A esta realidad, se suman las encuestas y la mayoría de las emisoras de radio, buena parte de la prensa del interior y tres diarios de Caracas, que repiten porcentajes que le dan hasta el 30% de ventaja a la oposición, y un significativo porcentaje de ciudadanos les cree. El GPP desestima esas proyecciones y confía en el voto consciente y en su alta capacidad de movilización, dotado como está de una sólida estructura partidista, el carácter local y regional de la votación, y del recuerdo de su “líder eterno” Hugo Chávez, bastante mostrado en la campaña.

Esta situación nos recuerda lo sucedido recientemente en Argentina, donde los medios, abrumadoramente, repetían que Macri, el candidato de la derecha, ganaría en la segunda vuelta hasta con un 30% , y demasiada gente se lo creyó... La verdad fue otra bastante distinta, a medida que crecía el número de votos contabilizados, se reducía la ventaja, y al final ésta fue de un 3%. Nuevo fracaso de las encuestas. ¿Ocurrirá algo parecido en Venezuela en las parlamentarias del domingo? En el chavismo responden afirmativamente.

Reconocer los resultados

Como en otras ocasiones, los partidos de oposición, con gran eco en el exterior, no se cansan de denunciar que habrá fraude, y se negaron a firmar proyectos presentados por el CNE y UNASUR de reconocimiento a los resultados, cualesquiera que estos sean, a pesar de que repiten que ganarán con gran ventaja al oficialismo. No es fácil encontrar una respuesta a esa obstinada posición de la MUD, pues si dan por segura la victoria el 6D, no deberían negarse a suscribir un acuerdo de reconocimiento de los resultados. Sencillamente, desconocerán los resultados si no tienen una amplia ventaja a ellos.

Imposible un fraude

Fue el expresidente Jimmy Carter quien declaró en Caracas, después de conocer todo el proceso electoral, y con la experiencia de haberlo hecho en otros 40 países, que este sistema electoral era el más confiable y seguro que había conocido, y hace poco en Nueva York, con motivo de los 70 años de la ONU, lo repitió mientras estaba con el presidente Maduro, quien le invitó a venir a las elecciones del 6D, y Carter le respondió que iría en una misión de la OEA, que como se sabe, no fue invitada. Los representantes de la oposición en el CNE han declarado en varias elecciones, que ese sistema es inviolable y no hay posibilidad alguna de adulterar los escrutinios.

El caso es que este proceso electoral es objeto de 22 auditorías a iguales aspectos del Sistema Automatizado de Votación Venezolano, algunas de ellas, antes, durante y después de la votación. Comenzando por la del Registro Electoral, hasta la de “duplicidad de huellas”, incluidas las de la plataforma tecnológica de transmisión y totalización. En esas auditorías están presentes los representantes de todos los partidos, y las actas son suscritas por sus representantes, incluidos los de la oposición, los expertos del CNE y los acompañantes de Unasur, de Mercosur, del Gremio Nacional de Abogados de EUA, y de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore).

Hay que recordar que el sistema de votación en Venezuela es automatizado, pero luego de votar, cada elector confirma su voto manualmente en una papeleta, y al final, en el escrutinio deben coincidir las sumas de los votos automatizados con los manuales, resultando un 99.98% de coincidencias en las elecciones del 2013 y el total de comprobantes faltantes fue de 0,02%. Finalmente, se seleccionan hasta 10 mesas por centro de votación para hacerles auditorías, apenas termina el escrutinio público. El CNE audita el 50% de las mesas. Los resultados de las presidenciales del 2013 fueron: Maduro 50,61% y Capriles 49,12%, con una abstención del 20%, y por petición del candidato perdedor se hizo una auditoría al 100% de las mesas, que coincidió con los resultados oficiales.

Nunca se han presentado pruebas de fraude. Las que abundan son las de ventajismo del oficialismo en el uso de los medios de comunicación del sector público o estatal. Todavía se recuerda la imagen de Henry Ramos Allup, Secretario General de Acción Democrática, Pompeyo Márquez, Enrique Mendoza y otros dirigentes opositores, el 16 de agostote 2002, anunciando que “mañana comenzaremos a presentar las pruebas del fraude”. Por supuesto, aún lo están esperando. Como los esperaron en el entierro del dirigente de AD en Guárico. ¡No fue ni un solo dirigente de la oposición!

¿Qué puede pasar?

Con tales antecedentes, y en las condiciones que he tratado de mostrar, cabe preguntarse, ¿Cuáles son las perspectivas en Venezuela a partir del 6 de diciembre? Dependerá en alta proporción de la conducta electoral de los venezolanos que están descontentos con la realidad económica en tanto afectan sus respectivas vidas como son la escasez y los altos precios.

A primera vista, resulta lógica la respuesta de quienes creen que es inevitable que ese descontento genere abstencionismo o votaciones en contra del gobierno, a quien consideran responsable de esa situación; es lo que creen en la oposición, y que igualmente se observa en la mayoría de las encuestas, que muestran ventajas apreciables para sus candidatos. De ser así, ganaría la oposición, y obtendría mayoría de diputados, posiblemente para controlar la Asamblea con mayoría simple. Las encuestas, aunque se ha venido cerrando la brecha entre ambas tendencias, favorecen a la oposición, lo que hace que algunos analistas piensen que ya no es posible cambiar la correlación actual.

En el oficialismo, en el GPP, hay otra visión. En primer término, que el elector venezolano es mucho más consciente de lo que habitualmente se cree, y sabe distinguir entre la necesidad de darle continuidad al proceso iniciado por Chávez, y expresar su molestia votando en contra; insisten en que no se trata de una votación nacional, sino en 87 circuitos, con alta incidencia de factores locales y regionales, y de su capacidad movilizadora que han demostrado tener los partidos del GPP.

Algo parece cierto, aunque ambas parte hablan de victorias aplastantes, como lo confesó la presidente del CNE, Tibisay Lucena, en una reunión privada con un selecto número de articulistas y comentaristas, cualquiera de las dos partes puede ganar, pero ninguna con amplia mayoría, la diferencia será muy estrecha.

Efectos en la región

Igualmente es lógico suponer que un triunfo de la oposición, sería un duro golpe al proceso de cambios que se ha producido en América Latina desde hace más de una década. Después de lo ocurrido en Argentina, una derrota en Venezuela promotor de ese proceso, que tuvo en Chávez un factor fundamental para la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), de Unasur, de ALBA, Petrocaribe y del reforzamiento de Mercosur, sería fatal. Pese a que son votaciones parlamentarias, serían un revés de incalculables consecuencias. Pero las tendencias están acercándose.




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