26 Nov, 2015 | Por estos días se multiplican los ofrecimientos de los que aspiran seguir disfrutando de la excelencia revolucionaria, llenándose el buche y aprobando a dos manos lo que les dictan desde allá arriba, sin medir causas y consecuencias. Es necesario tener bastante cinismo para que después de hacer el lamentable papelón que han hecho en la Asamblea Nacional, se arrimen de nuevo hasta las comunidades a solicitar el voto con aspiraciones de repetir un ciclo de vida vegetativa, ensalmados en sus curules. Será que a los señores diputados gobierneros no les alcanzó el período para resolver los problemas del pueblo y requieren de una prórroga para hacerlo. Que se sepa, el énfasis especial se puso en aprobar créditos milmillonarios y populistas que desangran al país y comprometen la soberanía, sin que se sientan resultados puntuales fortalecedores de las bases económicas, que es lo que engrandece a un país. Y aún así tienen las santas esféricas de acusar a los de la oposición de negar el respaldo, cuando sabido es que el oficialismo tiene mayoría y hace lo que se le antoje, desde apabullar, negar el derecho de palabra, inhabilitar y hasta llevar encomenderos para que les caigan a golpes en plena sesión, bajo la supervisión y complacencia de los directivos.

En este régimen sin rumbo, el asunto esencial es mantenerse en el poder a costa del recordatorio incesante de un líder que cumplió su papel aprovechando las circunstancias, y pasó a otro plano, sin imaginar el enredo y la desdicha en que sus seguidores sumirían a un pueblo noble. Son incontables las hectáreas expropiadas y retiradas al abandono, las empresas cerradas, con el consecuente incremento de la improductividad, escasez y carestía. Los venezolanos tenemos la oportunidad de iniciar una alternativa de cambio, asentada en trabajo para que florezca el sustento, se reduzca la dependencia y se sinceren los precios para abrir los horizontes del desarrollo; con posibilidades de disentir, de alternabilidad, que es la garantía de una verdadera democracia.