26 Nov, 2015 | Tomamos el título de estas líneas de la famosa película (¿Arde París?, 1966) ganadora de múltiples premios, dirigida por René Clement y con guion –nada menos- que de Francis Ford Coppola, que narra la liberación de Paris de los nazis por parte de los aguerridos partisanos de la resistencia francesa y la participación activa de sus valerosos ciudadanos. Esto, en ocasión del brutal y sanguinario atentado que sufrió hace algunos días la Ciudad Luz por parte de sanguinarios y desquiciados grupos terroristas del autodenominado Estado Islámico.

Ya antes, a los inicios de año, el semanario Charlie Hebdo había sido objeto de un vil ataque en sus oficinas de redacción causando la muerte de 11 de sus periodistas. Esta alevosa agresión fue el preámbulo del horror que vino después.

Antes de continuar es imperioso e inevitable hacer una diferencia –simplista, sin duda, ante una religión tan rica en matices y con tantas y marcadas diferencias teológicas y legales- entre los desalmados criminales de ISIS pertenecientes al grupo yihadista; radicales y violentos y caracterizados por la frecuente y brutal utilización del terror y la muerte; los cuales no deben, bajo circunstancia alguna, ser confundidos con millones de musulmanes practicantes a pesar de que ambos profesan la religión del Dios Alá y Mahoma es su profeta. El integrante de ISIS desprecia la vida y la paz y exalta la violencia mientras que el musulmán ortodoxo, fiel a los preceptos de su Dios Alá, cultiva la paz, la convivencia y el respeto a las demás religiones. Es bueno
aclararlo.

París vivió una noche de horror, muerte y masacre nunca antes vista en tiempos de paz. Decenas de personas inocentes fueron asesinadas por un grupo sicótico y enfermo de odio en nombre de una religión que no fomenta esos sentimientos. No fue un acto acorde con el apostolado del profeta Mahoma. Fue un vil y cruento asesinato sin sentido alguno.

La Gran Mezquita de París (1926), construida en homenaje a los musulmanes caídos por Francia en la Primera Guerra Mundial, principal referencia musulmana en la Ciudad Luz, así como decenas de grupos musulmanes íntegros y honorables de todo el mundo se deslindaron de esta locura criminal mostrando su rechazo ante tales acciones y determinando que, bajo ningún criterio, estas se corresponden con su libro sagrado: el Corán.

Los franceses, y los parisinos en particular, reaccionaron con entereza, fortaleza y valentía ante los arteros ataques. Escuchar cómo, mientras evacuaban el estadio, los ciudadanos entonaron las hermosas notas de la Marsellesa, nos caló en el alma y puso de manifiesto que son un pueblo que se levanta del horror con dignidad, reciedumbre y unión. Repulsa, indignación e impotencia fueron solo algunos de los sentimientos que el mundo entero manifestó ante este criminal ataque a la humanidad.