25 Nov, 2015 | Después de haber abusado del poder a lo largo de 12 años, el clan Kirchner tiene que hacer sus maletas y prepararse para el destape de las ollas. El alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, será el nuevo inquilino de la Casa Rosada y le corresponderá el gran desafío de sacar a la Argentina de la profunda crisis en que la sumieron los Kirchner, y en especial doña Cristina.

La victoria de Macri es una gran noticia para los argentinos y también para los latinoamericanos. Y sobre todo para nosotros, los venezolanos. Supone, desde luego, que quedará atrás la larga época del dominio de esa rama tan corrupta como demagógica del peronismo, que es el kirchnerismo. Y puede suponer que se abra una nueva etapa en la accidentada vida de esa gran nación. Esperemos que marcada por la democracia, el desarrollo económico y social, y el saneamiento de la gestión gubernativa.

La pareja Kirchner se convirtió en un símbolo de los neopopulismos de la región, caracterizados por el afán despótico y la depredación de los recursos públicos.

Se hizo aliada estrecha de la llamada "revolución bolivarista", y el entramado de negocios turbios pica y se extiende en ambos países. Algo de lo cual ya se conoce, pero se espera conocer mucho más, ahora que Macri empiece a revisar las cuentas.

El resultado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina debe apreciarse en una perspectiva amplia, porque de seguro que impactará en las dinámicas políticas de otros países. Brasil, por ejemplo, y también Venezuela, en donde la hegemonía roja está muy erosionada en la voluntad social, aunque todavía maneje los resortes del poder.

No pocos analistas ya sostienen que el triunfo de Macri significa el comienzo del fin del ciclo populista-despótico en América Latina. Ojalá sea así. En Argentina el peronismo aún es la principal fuerza política, pero no se trata de un partido o ni siquiera de una causa homogénea, sino de una amalgama de corrientes, una de las cuales es el kirchnerismo.

El candidato perdedor, Daniel Scioli, que viene de esos lares, ya había planteado una distancia notoria con doña Cristina y su grupo de poder. Habrá muchos en el peronismo que le quieran pasar factura a la dos veces presidenta. Sea lo que fuere, la derrota de la hegemonía K es un hecho auspicioso para Argentina, para América Latina y muy especialmente para Venezuela. No hay duda al respecto.