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Ni agradecen favores ni reciben agravios Se creen con la autorización de comportarse con grosera majadería, sorna, vulgaridad y altanería Crisanto Gregorio León | crissantogleon@gmail.com
4 Oct, 2015 | Se creen que el mundo debe rendirles pleitesía, sin concienciar su propia naturaleza heredada y la furtiva. No valoran nada de lo que se hace en su provecho. Nada les parece suficiente, pues entienden la suficiencia como cualidad exclusiva y privilegiada de sus personas y por tal suerte, ven como un favor hacia los demás permitirles a estos que les sirvan y si no les sirven genuflexa y sostenidamente, entonces se lo toman como una ofensa u oprobio. Se creen con la autorización de comportarse con grosera majadería, sorna, vulgaridad y altanería; cuando les sale de algún recóndito lugar de sus humanidades, hacer un mezquino aporte el cual degradan a la vileza de la “tacañería extrema”. Una miserable dádiva con estruendos y algarabías que no sueltan sino después de mucha alharaca y sobresaltando de pena el corazón de quien la recibe –que hubiera preferido no atravesar el tormento de que le saquen un favor-; como quien brinda una comida con prepotencia y el comensal que la recibe siente que está tragando hierro ardiente que le quema las vísceras porque le sacan hasta la servilleta. No le agradecen un favor a nadie, se muestran indiferentes, recibiéndolos con desgano y restándole importancia al favor recibido. Igualmente poseen rapidez en el verbo para llenar de improperios a quien sea, así se trate de sus benefactores. Con una boca atropellante y ligera a la vulgaridad y a la grosería, llenan de insolencias e improperios a todo el mundo incluso a quien les sirve; sin medir palabra ni detenerse ni siquiera por las bondades que hayan disfrutado de quien ofenden. En fin, ni agradecen favores ni reciben agravios; porque con orgullos henchidos por la soberbia nadie puede equiparárseles en trampa y vileza. ¿Has encontrado a alguien así?
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