4 Sep, 2015 | El chupadólares de Cubana despegó repleto de pasajeros con carácter de invitados especiales y, por supuesto, cada quien, incluyendo familiares, con suficientes viáticos que, generosa, les regaló la república. Destino: Vietnam y China. Objetivo cierto: en Hanói, rodilla en tierra, celebrar la victoria del comunismo sobre el imperialismo y, para disimular, la firma de algunos acuerdos, refritos, dicen. En Beijing, pedir consejos para mantenerse en el poder pese a la crisis que lo agobia y no sabe resolver, además de comprometer mucho más el futuro nacional.

Esa es la verdad que la billonaria campaña publicitaria oficialista oculta, pero que los especialistas de aquí y de afuera la saben y no esconden. Para Maduro hoy, como ayer a Chávez, lo que le importa es estar bien con sus jefes ideológicos, que antes para ambos, lo eran Fidel y Raúl. Hoy ya no tanto porque los comunistas cubanos dejaron de ser pendejos y voltearon a mirar hacia los EUA, convencidos de que comunismo es retroceso y capitalismo desarrollo. Pero eso no es lo que a Maduro le interesa. Lo que realmente le importa es solidificar al comunismo como la ideología que impondrá a Venezuela puesto que, imitando a su desaparecido mentor, se cree predestinado, insustituible y eterno.

Irresponsable agarra el avión, costosísimo su alquiler, de paso, llama a sus amigos y se va muy largo dejando a los venezolanos con su crisis, porque la crisis es de Maduro y no de los venezolanos. Lo que ocurre es que a Maduro la crisis no le afecta pero a los venezolanos sí. Los está matando de hambre, miedo e incertidumbre. Alguien dijo que Maduro se iba de viaje para demostrar que está bien aferrado al poder, que en su ausencia nada extraño ocurriría. Pero se le olvidó precisar que a los únicos que les gusta dar golpes en alejamiento del jefe de Estado son los que llegaron al poder, gracias a la democracia que les facilitó la vía del voto. El resto somos democráticos y constitucionalistas, de hondo arraigo, definitivamente.