2 Sep, 2015 | Cada vez que Maduro viaja al exterior, Venezuela sigue perdiendo en su interior. La explicación es sencilla. Maduro viaja, en general, a tres destinos y por tres razones. En primer lugar, viaja a Cuba, donde se lo pasa, tanto en visitas oficiales y públicas como oficiosas y reservadas. Allá viaja para recibir la línea política de los hermanos Castro Ruz. Allá recibe las indicaciones de lo que debe hacer acá en el dominio de la política y la propaganda. Venezuela pierde en esos viajes porque se hace más prisionera del despotismo y la represión.

También Maduro viaja a China, con alguna escala especial como la actual en Vietnam. En esos viajes Venezuela también pierde, porque aumenta y aumenta el monto de la deuda externa y las dependencias sucedáneas. No es verdad, como dice Maduro, que está viajando a China para conseguir capital. No. Es para tratar de que le renueven los préstamos que no tienen por finalidad ninguna inversión de capital, sino el pago de otras deudas ya contraídas. ¿Y porque la hegemonía necesita tanta deuda? Pues porque depredó los recursos de la bonanza petrolera, pero la boliplutocracia quiere seguir depredando.

Los otros viajes de Maduro son más bien protocolares, que si a la ONU, que si a una que otra cumbre de mandatarios regionales, y otras salidas de ese tipo. Nada de eso le aporta nada a Venezuela, pero si le quita, porque mientras Maduro más se pasea y más discursea en el exterior, más crece la preocupación por el presente y el destino del país. El que Venezuela sea desgobernada por Maduro, es una causa de alarma sobre el devenir político, económico y social de nuestro país. Claro que Maduro y sus colaboradores no piensan así, y por eso se afanan en viajar con creciente frecuencia.

Total que la viajadera de Maduro sólo supone más despotismo, más endeudamiento, más depredación, más despilfarro y más desconfianza internacional. Esos son los resultados concretos de esos viajes. Ningún problema interno de Venezuela se soluciona y todos, más bien, se agravan. Y es lógico que sea así, porque el problema número uno, el que ampara e impulsa a todos los demás, es la existencia de la hegemonía que él representa. Pero Maduro no sólo daña a Venezuela cuando viaja, también la daña cuando no viaja. De allí que la hegemonía tenga que ser superada para que Venezuela pueda empezar a salir de la mega-crisis en que está sumida.