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¡Sin Educación y sin Educadores no hay sociedad!
Parece ser que en Venezuela en los últimos cuatro lustros se perdió la esencia de lo que es la Educación, y del respeto que merece el Educador. Recuerdo en mis días de escolar, allá en la “Antonia Matilde Mata” de Juangriego, de la mano de las maestras Simonita Rodríguez, Dayce López y Guillermina Cabrera, cómo transcurría el proceso educativo sin muchos contratiempos.
Celis E. Rodríguez Serrano | celisrose@hotmail.com

28 Ago, 2015 | Parece ser que en Venezuela en los últimos cuatro lustros se perdió la esencia de lo que es la Educación, y del respeto que merece el Educador. Recuerdo en mis días de escolar, allá en la “Antonia Matilde Mata” de Juangriego, de la mano de las maestras Simonita Rodríguez, Dayce López y Guillermina Cabrera, cómo transcurría el proceso educativo sin muchos contratiempos. Luego, en mi época de juventud y de adolescencia, es probable que existieran problemas en el gremio docente, pero se resolvían sin muchos traumas, y la Educación cumplía sus objetivos: Educar a las futuras generaciones y mantener dentro del proceso educativo a educadores contentos, satisfechos y dedicados íntegramente a la noble tarea de Educar. Hago énfasis en los educadores, aunque reconozco que ciertamente son los alumnos los principales actores del sistema educativo, pero no es menos cierto que el educador juega también un roll preponderante. El buen educador, el que “hace que las cosas difíciles parezcan fáciles”, como dijera Ralph W. Emerson; o “el maestro que, en su accionar, deja una huella para la eternidad”, como señalara Henriqueta Lisboa.

Hoy la Educación, y especialmente el educador, se enfrentan a un sistema de gobierno y a unos gobernantes que olvidaron aquellas sabias palabras del Libertador: “Las naciones marchan hacia el término de su grandeza con el mismo paso con que camina la Educación”; y olvidaron también que es la Educación la vía más expedita para lograr la felicidad de los pueblos. Ella garantiza el equilibrio, la armonía, o como dijera Jacques Delors “La educación es un factor indispensable para que la humanidad pueda conseguir los ideales de paz, libertad y justicia social”. Y aunque parezca irónico, sirve también para combatir la inseguridad, esto si tomamos en cuenta las palabras de Edward J. Olmos “la Educación es la vacuna contra la violencia”.

No entiendo, entonces, cómo puede este gobierno pregonar y perseguir tales ideales, sino da a la Educación y a los educadores un lugar entre sus principales prioridades. Muestra de ello es el deterioro casi total de la infraestructura educativa, y la falta de atención social para los educadores, amén de los bajos salarios que devengan, inferiores, incluso, al salario mínimo.

Enfrentamos, además, a un gobierno que impone en las aulas un pensamiento único; ignorando el principio constitucional de respeto a todas las corrientes del pensamiento, y que va contra algo tan significativo, recogido en el pensamiento de Calvin Coolidge: “La educación consiste en enseñar a los hombres no lo que deben pensar sino a pensar”. El colmo de estas calamidades es que ante los constantes reclamos del Magisterio, vemos a una sociedad impávida. Tal vez porque la sociedad también está enredada en el marasmo y caos social en donde nos ha sumido el desgobierno actual; sin embargo a esto hay que ponerle mayor atención, no sea que el gobierno desatienda a la Educación y desmejore las condiciones sociales de las personas, para profundizar la brecha entre las clases sociales, aunque en su “ensalada” teórica pregonen la “igualdad social”.




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