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Esequibo y falsa soberanía
Este litigio territorial por una extensión de 160.000 Km2 por 16 años olvidado y a un siglo de iniciado tiene, sin duda, dos fases claramente delimitadas. La primera por los gobierno anteriores a esta mal llamada revolución en donde se avanzaba en el tema diplomático sin nunca jamás ceder en nuestros derechos y la otra, la peor, casi a nivel de entreguismo y traición durante los dos nefastos gobiernos escarlatas.
Luis Eduardo Rodríguez

30 Jul, 2015 | El Esequibo es de Venezuela en toda su extensión. Así lo creemos, lo sentimos y lo defendemos. Aclaratoria necesaria para evitar el acostumbrado ataque soez de la jauría roja a los que no compartimos su alienación sicótica al discurso vacío, populista y patriotero.

Hoy el tema ha adquirido una importancia mediática, política y diplomática que no había tenido en años. Diferentes interpretaciones se han hecho públicas muchas de ellas tan superficiales que no merecen ni una línea de análisis. Otras, más objetivas, centran su atención no en el recuento histórico – sin duda necesario cuando no es manipulado - sino en la coyuntura actual que es en definitiva la que más debe interesar y preocupar a la luz de los recientes hechos.

Este litigio territorial por una extensión de 160.000 Km2 por 16 años olvidado y a un siglo de iniciado tiene, sin duda, dos fases claramente delimitadas. La primera por los gobierno anteriores a esta mal llamada revolución en donde se avanzaba en el tema diplomático sin nunca jamás ceder en nuestros derechos y la otra, la peor, casi a nivel de entreguismo y traición durante los dos nefastos gobiernos escarlatas.

Difícil olvidar que en la estrategia megalómana del “gigante eterno” se daba todo por mantener esa cosa amorfa y artificial llamada Patria Grande. Miles de millones de dólares en dadivas fueron entregados a países que, incansables y codiciosos, desfilaban por Miraflores en la búsqueda de su cuota de la petrorebatiña para apoyar al militar en sus desvaríos de poder continental. El caso de Guyana no escapó a esa perversa maniobra y para lograr el apoyo del Caricom no solo creó una entelequia petrolera sino que, más grave aún, cambio fidelidad por territorio en el diferendo con el vecino país.

Llego al irresponsable extremo que en el 2004 a una visita a Georgetown dijo: “El gobierno Venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área”. Más adelante expreso: “El asunto del Esequibo será eliminado del marco de las relaciones sociales, políticas y económicas de los dos países”. En ese momento se consumó el punto de quiebre en la reclamación y dio pie a que Guyana se envalentonara para llegar a lo que hoy sucede. Ante este disparate y agravio a la soberanía Nicolás, siendo Presidente de la Asamblea Nacional y luego Canciller, nunca se pronunció, pretendiendo ahora reclamar lo que Chávez nunca defendió.

La Cancillería, con visión miope y actuación siempre torpe emitió un decreto burdo y apresurado y con coordenadas tan equivocadas que hasta asume territorio Guyanés como parte de Venezuela y articulando como defensa endosarle la responsabilidad a la Exxon Mobil (socia en ese proyecto de una empresa China con negocios en Venezuela pero que nunca nombran) y, claro - no faltaba más - al imperio, cuando estas empresas están allí porque Guyana las permiso. Tampoco han tenido el juicio de convocar a venezolanos conocedores del tema en profundidad como, por ejemplo, el Gral. Olavarría, el ex canciller Figueredo y el embajador Garavini, al menos para que los ilustre en su ignorancia y falta de luces.

El espacio se agota, pero debe quedar claramente establecido que todo lo que pasa hoy en el Esequibo y suceda en el futuro es responsabilidad única y exclusiva de Chávez y Nicolás. Que Dios nos agarre confesados.




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