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Aumenta la deserción escolar
El problema de la deserción escolar en momentos de extrema crisis económica y social impone medidas subsidiarias de primer orden.
Javier Antonio Santana | @jvivassantana

28 Jul, 2015 | Prendidas las alarmas en el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE) por los índices de deserción escolar en los dos últimos años escolares, que muestran tasas de crecimiento sostenido. En el caso del año escolar 2013-2014,
el aumento en comparación con el 2012-2013 fue en promedio de un 14%, llegando incluso a mostrar en zonas rurales y fronterizas como La Guajira (norte de estado Zulia) y el estado Amazonas, índices superiores al 30%. En este año escolar, 2014-2015, las primeras cifras preliminares revelan que la situación se elevó en comparación con el 2013-2014 entre un 18 y 37% en diversos estados, siendo en los liceos, entre primer y segundo año, los puntos más neurálgicos de tales deserciones. Hay espacios, como además de los mencionados, por ejemplo, ubicados al sur de Bolívar, en donde se reporta ausencia hasta de un 90% de personal docente y estudiantes. Esas ausencias tienen que ver con ocupaciones de los niños y adolescentes hacia actividades de minería ilegal, contrabando, bachaqueo y mendicidad por pertenecer a hogares en condiciones de extrema pobreza, y en casos más graves, reclutamiento de éstos por bandas delictivas, como lo que ocurre en zonas urbanas, mal llamadas de "paz", concentradas en las grandes ciudades.

Lo más grave es que quienes aún mantienen a sus hijos en las instituciones educativas (oficiales y privadas) tienen en este momento muchas dificultades económicas para adquirir uniformes y útiles escolares debido a los altos precios de esos vitales materiales. Recientemente el presidente de la República dijo en cadena nacional que la inversión en "tabletas" y "canaimas" ascendía en 1.700 millones de dólares. ¡Na guará! ¿No podrán decirle al presidente Maduro que si divide esa cantidad entre unos 15 millones de estudiantes corresponderían unos 100 dólares a cada niño, niña y adolescente, lo cual sería suficiente para adquirir la pesada carga económica en uniformes y materiales de educación que necesitan para poder ir a sus escuelas y liceos?

El problema de la deserción escolar en momentos de extrema crisis económica y social impone medidas subsidiarias de primer orden. Pero no en forma de proselitismo político porque eso lleva implícito un rechazo de la población afectada, porque siente la acción como una limosna, como si fuera una humillación en su condición humana. El Estado está en la obligación de promover la unión de auténticos congresos pedagógicos en cada una de las comunidades educativas, pero requiere contextualizar los problemas y sus necesidades.

Sobre el particular, tenemos un plan que pudiera ser presentado a las autoridades nacionales para revertir esa situación, pero el orgullo, la prepotencia y la imposición de pensamientos desde lo más alto del poder impiden avanzar en tan preocupante situación. El Estado, lamentablemente, ha perdido la sindéresis en el pensar y el pensamiento educativo. La anomia amenaza con llevarnos hasta lo más profundo. Es urgente salir de la sima para escalar hasta la cima. Lo contrario sería confirmar que la educación se ha convertido en entelequia.




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