Porlamar
25 de abril de 2024





EL TIEMPO EN MARGARITA 28°C






Guyana Esequiba – Anacoco
Para el siglo siguiente la cosa no cambiará mucho, pero la grandilocuencia adornaba los discursos con citas por la redención de la patria mutilada.
J. Marino Luna | juliomarinoluna@hotmail.com

27 Jul, 2015 | Solo de cierto tiempo para acá, las nuevas generaciones han sabido que por momentos especiales pareciera volver a la vida el siempre interesante asunto del Esequibo. Y es que desde antes del nefasto día del laudo de 1899, sí fue materia frecuente en la diplomacia venezolana; a pesar incluso del estado de confrontación interna entre las facciones políticas que mantuvo al país en lamentable postración económica y social y vulnerable ante la rapiña colonial. Solo a partir de 1840, cuando hacía ya algún tiempo que Inglaterra había comenzado su metódico avance en aquel territorio, los gobernantes que se sucedían cada cuatro o cada dos años enviaban, a través de la cancillería a
destacados venezolanos que en verdad dieron lo mejor de sí e hicieron grandes esfuerzos ante el gobierno inglés para tratar de convencerle de la mejor validez de los títulos nuestros. Aquello, por supuesto, fue una pelea de "burro contra tigre"; Inglaterra le daba largas al asunto e imponía su condición de gran potencia; el derecho y la razón que esgrimían los venezolanos no les importaba "un carajo" y hasta se negaban a ir al arbitraje que era el empeño de los nuestros; cuando al fín lo aceptaron, porque se los propuso el congreso norteamericano, ya estaban seguros de las decisiones a su favor que terminarían tomando los cinco jueces de aquel tribunal. Mientras, en “la patria” seguía la matazón entre unos y otros; y el presidente de turno con sus altos funcionarios seguía entregado al eterno bochinche que siempre nos ha caracterizado. El pueblo como veleta, se deja llevar.

Para el siglo siguiente la cosa no cambiará mucho, pero la grandilocuencia adornaba los discursos con citas por la redención de la patria mutilada. Pasada la mitad de ese siglo veinte nos tocó conocer los eventos de Anacoco, pequeña e ignorada islita fluvial en la confluencia del Venamo y el Cuyuní, que había sido sorpresivamente ocupada por un puñado de soldados venezolanos al mando de un sargento, anónimos aquellos y este, el pueblo en su alegría y su esperanza que siempre ha sido terca para morirse, de variada manera les manifestó su apoyo, pero terminaron quedándose solos y regañados en su patriótico performance. El oficialismo de entonces hubo de acogerse a los dictados de las potencias. Con todo y eso aquel esfuerzo no fue estéril. En Ginebra logró firmarse un protocolo para que las partes volvieran a la mesa de negociaciones. Luego se firmaría el de Puerto España, que congelaba aquello por unos cuantos años más… El tiempo borró de las efemérides oficiales el nombre y la valerosa acción de aquellos soldados… de vez en cuando, como ahora, uno no puede evitar recordarles en la sencillez de la admiración y el respeto.

Hoy vuelve a actualizarse el coroto, bajo el auspicio, como siempre, de acciones y procedimientos violatorios de los acuerdos convenidos, por la parte contraria a Venezuela en este viejo litigio: la República de Guyana, independiente desde 1975, pero siempre bajo el ala de la metrópoli colonial y ahora reforzada por grandes corporaciones de la primera potencia mundial… Uno observa con preocupación que la prudencia y tino deben privar en este momento, tiende a derivar hacia intereses bastardos de desacuerdos nacionales ante esta nueva oportunidad, que viene como a probarnos el sentido de la unidad que es el único factor que puede garantizarnos la máxima oportunidad de reivindicar en paz los derechos que históricamente nos han sido vulnerados.




Contenido relacionado












Locales | Sucesos | Afición Deportiva | Nacionales | Internacionales | Vida de Hoy | Gente Feliz | 50° Aniversario | Opinión


Nosotros | HISTORIA | MISIÓN, VISIÓN Y VALORES